con todo, una única combinación musical, muestra de única amplitud de concepto por parte de la radiodifusora.
Parece que, sin saberlo, pasamos la noche en el límite de la campiña de tipo europeo, de ayer; hoy, la topografía se acható por completo; parece no haber duda de que entramos en las grandes pampas del centro de Canadá, divididas en las tres provincias de, Alberta, Saskatchewan y Manitoba.
Siguen las grandes extensiones de cereales y forrajeras, puntuadas a menudo por colmenares, de unas treinta colmenas cada uno.
Hace una hora y media, tropezamos con un cartel que no nos hubiéramos imaginado que podría existir aquí, en el medio de estos campos, un gran cartel anunciando Se Refacciona, Compra y Vende Pianos. ¿Pianos, aquí, entre un medio mundo de trébol y un medio mundo de cebada? Tuvimos que detenernos y ver qué era esta intrusión de pianos ¡pianos! ¡entre trébol y cebada!
Nos encontramos con un interesante caso de adaptación, con un hombre que, de oficio, solía ser operario de maquinaria pesada, pero que, por razones de salud, tuvo que dejarlo, y no encontró otra cosa, para adaptar su actividad a sus condiciones físicas, que tomar un curso de reconstrucción de pianos. Aprendió a trabajar con madera, aprendió a lustrarla, aprendió a montar cuerdas, aprendió a afinarlas, aprendió los secretos de las pianolas con rollos de papel perforado; ahora, desde su tallercito en el medio de los campos, compra, o recibe en parte de pago, pianos destartalados, los refacciona a nuevo, y los vende en todos los pueblitos alrededor.
¿Cómo se entera la gente de su existencia? Cada vez que hay una feria en un pueblo vecino, carga un par de pianos en su camioneta, y ahí va a hacer propaganda.
Pero, la camioneta que tiene ahora no le gusta, así que se está preparando otra camioneta, con el chasis, espigado de un lado, la carrocería, de otro lado, el motor, de otro lado más, y lo va a pintar de amarillo canario para tener una mejor presentación.
¿Y cómo compra la gente un piano? Pues, en la mayoría de los casos, sin verlo ni escucharlo. Llama por teléfono, pregunta si hay un piano dentro de tal o cual precio y, si lo hay, pues, pide su entrega, y ya está comprado el piano.
Visitar su tallercito, fue visitar no solamente los entretelones de la refacción de desastres que, de piano, tienen solamente el nombre, sino también un mini-museo de pianos con detalles sorpresivos: uno, tenía un sistema por el cual, al abrir la tapa de las teclas, automáticamente se entreabría el panal delantero del piano para dar un mejor paso al sonido; otro, tenía un sistema de tiritas metálicas que se podía interponer entre las cuerdas y los martillos para crear un sonido típicamente viejo como en los bares de antaño.