Esta es una zona de la baya blueberry ("baya azul"), relacionada con nuestra conocida la baya cranberry, pero tan azul y dulce como la cranberry es roja y agria.
En otra temática, se cuenta por aquí la legenda - ¿o será la realidad? - de un tesoro, inaccesible - inaccesible aun para su(s) escondedor(es) si pudiese(n) regresar por los siglos.
Todo empezó, se dice, con la inocencia de la juventud cuando, en 1795, en Oak Island (isla del Roble, o de los Robles; otra vez la nebulosidad angla - ¿y no es una isla una perfecta ubicación para un tesoro, y si es un tesoro misterioso, tanto mejor?) cuando tres muchachos se dieron cuenta de los primeros indicios.
Pero más adelante, una compulsión de rapacidad y de intelectualismo adultos se apoderó del caso.
Muchos millones de dólares, gastados en muchas cavaduras, por muchas expediciones, redituaron hasta ahora:
- un pozo, de unos 4,5 metros de diámetro
- cada 3 metros bajando por el pozo, una capa de gruesos tablones de roble asentados en una capa, ya sea de masilla naval, o de fibra de coco, o de carbón de leña
- en la plataforma del metro 27, una piedra con glifos nunca descifrados
- en el nivel del metro 30, cofres o tambores llenos de metal suelto - la historia no dice qué clase de metal
- un poco más abajo, una piedra en forma de corazón
- luego, agua; agua de mar que empezó a penetrar por dos conductos subterráneos concebidos precisamente para tal propósito: para rechazar, por anegación, a cualquiera que lograra bajar tan lejos
- (pozos laterales y obturación de los conductos fallaron)
- cerca de los 45 metros, ahora por perforación subacuática, tres eslabones de una cadena de oro, pedazos de pergamino, un pito
- un poco debajo, una plataforma de hormigón, o laja, o algo parecido
- un poco debajo, un espacio aparentemente vacío, unos 2,1 metros de espacio
- en el nivel de los 63 metros aproximadamente, un macizo tablado de maderos
- un poco debajo, una vista - por medio de una pequeña cámara televisiva bajada por el orificio de la perforación - de varios cofres de madera, un pico, y lo que pareció ser una mano humana, toda su forma, no solamente los huesos ...
Y, probablemente, más dólares están siendo solicitados, y más estrategias están siendo concoctadas.
Con buena razón: ningún simple tesoro, no importa cuán fabuloso, merecería tan increíble esfuerzo de sepultación, especialmente si se considera que los escondedores mismos probablemente no lo podrían haber recuperado.