hielo de las cuales sabemos, intelectualmente, que son enormes como para poder sostener grandes pesos, cada una, con la solidez de formaciones rocosas, por haberlas visto y haber caminado sobre ellas en Resolute. La superficie de este mosaico está dividida en grandes áreas por retorcidos canales de agua libre. Es justamente esta combinación de bloques imperturbables y de quebraduras de agua innavegable - combinación, por colmo, solapadamente cambiante e impredecible - que imposibilita cualquier travesía que no sea por vía aérea; o por algún kayak con propósito desesperado, a tientas por un laberinto potencialmente trampa sin salida.
Otra vez pasamos sobre una extensión de tierra entre dos aguas, con las mismas características que la anterior. Fue el istmo norte de la isla de Devon. Y otra vez estamos encima del mar, siempre con su impresionante, impasible, mosaico; y con islotes menores. Es realmente esta topografía el contraste más completo de la topografía que vimos al despegar de Yellowknife: en vez de las aguas rodeadas por tierras de allá, aquí tenemos tierras rodeadas por aguas.
Ah, pero se nos cerró la visibilidad por todos los lados. No vemos más ni hacia abajo, ni hacia arriba, ni hacia los costados.
Por la lógica de la situación, por el tiempo transcurrido, estamos encima de la bahía de Noruega, que, en realidad, bahía no es, y sus islas, volando hacia la isla de Axel Heiberg.
Aquí, en la avioneta, no hay separación entre el puesto de pilotaje y el compartimento con la carga y nosotros.
Hace ya largo rato que el capullo blanco alrededor de la avioneta se abrió otra vez y que, para suerte y alegría nuestras, todas las nubes desaparecieron por completo, dejándonos, por fin, con una vista sin obstrucciones; ¡y qué vista!
Desde entonces hasta ahora, estuvimos con las narices pedagas en las ventanillas, moviéndonos permanentemente de un lado de la avioneta al otro - la ventaja de ser los dos únicos pasajeros - no sabiendo qué admirar primero, no sabiendo de qué tomar fotografías primero, sin tiempo ni ganas de anotar nuestras impresiones en el grabador; una mezcla increíble, de fiordos, con sus aguas monolíticamente cubiertas de hielo, con sus fondos recibiendo y guiando ventisqueros en proveniencia de estratificaciones de nieve tapando totalmente los valles de alta montaña, y de promontorios entre los fiordos - un espectáculo magnífico.
Hay tantos ventisqueros, que se combinan, no solamente de a dos o de a tres, confluyendo como ríos de hielo - para dar una imagen estereotipada - sino mezclándose de maneras múltiples, en muchos tamaños, más bien como las ramas de un árbol.
Y todo lo que aprendimos, otrora, al respecto de ventisqueros - a su origen en las nieves de las cumbres, a su manera de fluir lentamente entre los cerros, a sus quebraduras transversales, a sus morenas, incluso las medianeras cuando >>>>>>>>