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Nos levantamos a las cinco. Vamos a prepararnos, pero todavía no lo creemos. A las siete, veremos - será otro paso adelante, porque a las siete, tenemos que estar en el aeropuerto.

Por la duda, a las 6:45, llamamos por teléfono, a ver si todo está en orden; ah que no, que todavía no se sabe, que todavía falta el último pronóstico meteorológico, que esto lo sabrán a las siete.

A las siete, todavía no saben nada; pero antes de las 7:30 lo sabrán. Esperar, esperar.

Siete y media; sí, tienen el pronóstico; sí, está bien; sí, hoy volamos. Van a venir a buscarnos. Bueno, esto, realmente ya hay que tomarlo en serio; pero cuando estemos sentados en la avioneta, lo tomaremos todavía más en serio.

Lo estamos tomando muy en serio; estamos sentados en el avión; estamos por despegar. Esta vez, creemos que realmente no hay más dudas. Somos los dos únicos pasajeros, en una pequeña avioneta de carga con provisiones para los glaciólogos. Ya no puede haber más cambios de último segundo en la carga a llevar, ya no puede haber más cambios de último segundo en las condiciones meteorológicas; sí, vamos a ir. Notamos que la avioneta está provista de neumáticos especiales muy panzudos y poco inflados para poder aterrizar en lugares de terreno natural sin el beneficio de una pista preparada.



Dentro de la avioneta; una Twin Otter, nos dicen

El tiempo está totalmente cubierto y hay neblina pero, por una parte, es hoy-o-nunca, y por otra parte, parece que, más al norte, el tiempo está despejado.

No hace demasiado que estamos volando, y ya hace un rato que las nubes empezaron a aflojar un poco su hermetismo y que podemos, de vez en cuando, tener un fugaz vistazo de lo que pasa más abajo. Por el tiempo transcurrido, estamos probablemente en la costa norte de la isla de Cornwallis - a no confundir con la isla Cornwall, todavía más al norte. Al ver sus delineamientos allí abajo, nos imaginamos el arduo trabajo de los exploradores que, una vez descubierto el North Passage, empezaron a ocuparse de los detalles - si es que se los puede llamar así - y de los límites de esta conislación monumental. La porción tierra se ve muy quebrada, aparentemente muy friable y muy sujeta a erosión; la porción mar es un grandioso desierto de hielo; grandioso e implacable, por su chatedad.

Esta avioneta vuela bastante lentamente; tenemos el tiempo de observar cada detalle, todo a nuestro gusto; y no volamos muy alto tampoco.

A través de las rendijas en las nubes, observamos la inmensidad blanca de la banquisa; no es un solo pedazo homogéneo como lo era cuando viajamos por su superficie helada en Tuktoyaktuk; es un ciclópeo mosaico de plataformas de >>>>>>>>