nombre Cristóbal - en inglés, Christopher. ¿Era un hombre? No, era una mujer. Hay gente que tiene, como nombre de pila, apellidos como Washington, aun palabras totalmente inventadas.
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Hoy, parece que el tiempo se avergonzó de nuestro cálculo del 2/ooo de ayer. Tenemos el primer día de Sol sin reticencia por todos los lados. Sería ello todavía mejor nueva si tuviéramos todavía nuestra oportunidad de ir a Eureka.
Hay que reconocer que el terreno - ahora que lo podemos ver en toda su extensión - está tan desolado que, en realidad, el vapor de los días pasados le daba cierto interés ambiental, mientras que, ahora, la desolación se ve en toda su desnudez.
Salimos a pasear un poco. Se nos impuso, más que en días pasados, la presencia desparramada y abandonada, por muchos lados de la grava, de menudos objetos de ferretería de construcción; y no en lugares específicos como ser basurales o ex-depósitos, sino en lugares fortuitamente diseminados sin razón aparente. Como ejercicio de incredulidad, empezamos a juntar bulones, tuercas, arandelas de varios tamaños, todos totalmente nuevitos y, como triste chiste, nos arreglamos un primer estante de una futura ferretería. Quizás dentro de diez mil o veinte mil años, arqueólogos excavarán por aquí, y a las culturas Tule y Dorset ya conocidas agregarán una nueva cultura, Despilfarret. Es increíble.
Y siempre las florcitas enanas
Sin mucho qué hacer, mayormente esperando una posible oportunidad de movilizarnos por la conislación, otra vez miramos la televisión. Otra vez vimos un acontecimiento deportivo; esta vez baseball, pronunciado naturalmente
de otra manera por completo: béisbol.
Nos pareció un juego para lerdos mentales. Hubo gente - mirando con nosotros en la sala común del hospedaje - que trató de convencernos de que es un juego muy sutil, pero, mirando los jugadores, nos resulta muy difícil creerlo.
La proporción de actividad e inactividad durante este juego nos pareció tan increíble que, después de un rato, empezamos a llevar la cuenta de cuánto tiempo pasaba esperando solamente que pasara algo, y cuánto tiempo pasaba con alguna actividad, y llegamos a la conclusión de que había que dividir el tiempo en tres categorías, y a la cuenta de que, para 80 segundos de actividad, hubo 130 segundos de preparativos para la actividad, y aún antes, 820 segundos sin nada en absoluto; para resumir y repetir lo increíble: 820 segundos de nada, para 130 segundos de preparativos, para 80 segundos de actividad.
No es para nada que, cada vez que hubo alguna actividad en la cancha, la televisión volvió a mostrar la misma jugada tres o cuatro o cinco veces, de >>>>>>>>