Pasó otro día, por lo menos por el calendario o por el reloj, porque, por la luz, es siempre la misma claridad las 24 horas del día y de la noche.
Lamentablemente, sigue con nosotros el mismo tipo de ambiente meteorológico: maleficentes, hasta malévolas, inescrutables volutas de vapor - no se lo puede llamar ni niebla ni nube - nos separan del cielo que, allá arriba, seguramente está gloriosamente azul y radiante; pero de poco nos sirve aquello a nosotros aquí, en este mundo medio fantasmal.
Nos enteramos de que esta época es la peor del punto de vista de nieblas y visibilidad en el Artico porque es esta época precisamente cuando la capa de hielo del mar se quiebra y cuando el agua, que estaba protegida debajo del hielo contra el frío ambiente, entra en contacto, por las grietas, con el aire ambiente, más frío que ella, produciéndose así, por la diferencia de ambituras, un efecto de evaporación similar al que encontramos en la caldera del Crater Lake, y en los rápidos de la tierra prohibida, solamente que aquí, a escala fenomenal.
Es una situación que no podemos remediar. Sin nuestro accidente cerca de McPherson, podríamos haber estado aquí seis semanas más temprano y hubiese sido perfecto, porque los hielos se han hendido hace solamente un par de semanas.
Pero, hoy, tuvimos la suerte de conocer a una lugareña quien tuvo la gentileza, por la cual le quedamos muy agradecidos, de guiarnos a ver dos sitios que ninguna niebla puede perjudicar y que resultaron de tanto interés que, ellos por sí solos ya nos recompensaron por haber venido hasta aquí.
|*| Un sitio fue de arqueología - porque cualquier cosa anterior a la era presente, y resultado de intervención humana, es arqueología, ¿no cierto? ... aun cuando solamente unas pocas piedras reposicionadas en el suelo sean, ¿no es así?
Visualmente, bien poca cosa en comparación con otras arqueologías - y aun sin comparación; pero como ninguna otra arqueología.
Enriquece evocar aun el más somero cuadro de la vida arqueológica en esta conislación alto-ártica - lo que incluye su isla mayor, Groenlandia, por más que se encaprichen los Europeos.
Gracias a un trabajo casi milagroso de detectar y aunar vestigios de campamentos, los arqueólogos establecieron la existencia de tres capas sucesivas de presencia humana en esta conislación al margen del mundo de la otra gente, y ello, desde 3000 a.C. aproximadamente, quizás 2500 a.C. - lo que, de todos modos, no significa que no haya habido presencia anterior.
Ampliando lo dicho en Straumfjord de los Vikingos, estas tres presencias son: