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porque se para la corriente de palabras como cortada por una causa externa al locutor, y sigue un silencio o música.

Hablando de música, por lo oído, los paraborígenes de por aquí no tienen música propia en su vida radial. Ya nos tarda estar en los países ibero-americanos para poder escuchar música no clásica no destructiva.

Ya que estamos trabados aquí hasta el miércoles, a la espera del vuelo a la base de Resolute, quizás es una oportunidad que no se repetirá de despejar algunos de los temas generales que se estuvieron acumulando en lo que va de esta Expedición por falta de tiempo para mencionarlos en su tiempo oportuno.

⇔♦⇒ Un tema que tuvimos que aguantarnos en silencio desde el momento cuando pisamos suelo canadiense por primera vez, fue, y es, el estorbo del bilingüismo.

Resulta que, en los altibajos de las relaciones entre el Canadá francófono, esencialmente la provincia de Québec, y el Canadá anglófono, esencialmente todo lo demás, entre las alternaciones de enfrentamientos y de acomodos, un acomodo fue darle al idioma francés igualdad de legalidad con el idioma inglés no solamente en Québec sino en todo Canadá.

Como resultado, todo lo que está escrito para uso público - como ser carteles viales, nombres de dependencias públicas, cualquier texto acompañando productos de cualquier tipo en venta al público - debe aparecer en inglés y en francés. Seguramente, dicha decisión es un luminoso ejemplo de alta filosofía política; pero seguramente podemos decir sin miedo a equivocarnos que, en la vida diaria, es un enojoso, irritante, dolor de cabeza puro y simple.

En cualquier cosa escrita para uso público - desde una pavada en un mercado hasta los textos de mayor importancia en oficinas oficiales - quien se dispone a absorber el texto, siempre tiene el 50/oo de probabilidad, de que va a tropezar con el idioma que no entiende o que no quiere leer; de que va a tener que, hacer marcha atrás, posponer la buena voluntad o el interés de ver de qué se trata, pasarse un rato buscando dónde, en el envase de la mercadería o en la publicación oficial, se encuentra el texto en el idioma que quiere leer; y de que recién después de todos estos contratiempos de enojo podrá empezar a satisfacer la intención primera de enterarse del contenido del texto. Es un perfecto estorbo cotidiano.

Además, este sistema de doble idioma ni sirve para aquellos que desearían aprender el otro idioma, que no conocen; muchísimas veces, la versión francesa es no-idiomática o totalmente errónea. El colmo es que, como el idioma inglés es, por naturaleza, falto de claridad, si uno quiere realmente saber de qué se trata sin lugar a dudas, hay que leer ambos idiomas, para detectar, en la versión inglesa, las faltas de idioma en idioma francés, y para detectar, en >>>>>>>>