escrito sino Yélonaif, cuando dicho coloquialmente, Yélo(u)naif, cuando dicho académicamente, y Greit Sleiv Leik.
El camino sigue del más puro polvito volador - se levanta febrilmente y tarda una eternidad en asentarse otra vez.
Seguimos en zonas perfectamente despobladas. Tenemos en frente de nosotros otros 312 kilómetros sin recursos, y - nos cruza la mente - con una sola rueda de auxilio.
Notamos que esta carretera tiene su tipo de lujo: de vez en cuando - muy de vez en cuando - tiene trechos tratados con algún tipo de aceite para que no haya polvo, para hacer posible que el tráfico más rápido se adelante al más lento - cuando ocurra que haya tráfico más rápido - sin tener que meterse a ciegas en impenetrables volutas de polvo; es este lujo tan precioso, que tales trechos aceitados están anunciados en carteles viales: Zona sin Polvo a ...
¿2 kilómetros, 10 kilómetros? no, a 32 kilómetros; y ello no quiere decir que haya tales trechos cada 32 kilómetros, quiere decir que, después de haber esperado ya una eternidad para poder adelantarse a otro vehículo, ahora ya queda solamente 32 kilómetros de paciencia.
Božka acaba de matar el último de nuestros mosquitos polizones - qué lujo.
La curiosidad es ¿por qué esta extravagante, barroca, distancia de 32 kilómetros - por qué no 30 kilómetros - ó 20 ó 40?
Apenas uno se acuerda de que 1 milla = 1,6 kilómetro, es obvio que
32 kilómetros ÷ 1,6 kilómetro = 20 millas, lo que es una indicación vial eminentemente razonable. Así como ya encontramos - en sitios tales como 70 Mile House, o 100 Mile House - testigos de la antigua medición en millas subsistiendo como fósiles en la nueva era de los kilómetros, de misma manera, estos indicadores de 32 kilómetros son testigos fosilizados - no solamente fosilizados sino también metamorfoseados - de la reciente conversión de Canadá, de las millas medievales a los modernos kilómetros: en la era de las millas, estos indicadores daban la entonces razonable distancia de 20 millas, pero, cuando la conversión y el consiguiente cambio de señalización, de millas a kilómetros, algún genio decidió decretar carteles con 32 kilómetros inexplicables en esta configuración, en el mismo sitio de los carteles en millas, en vez de carteles en distancia redonda de 30 kilómetros, colocados a dos kilómetros de los sitios de los carteles en millas anteriores.
Y la aridez del camino no indica la aridez de la zona. La sequedad del camino se debe al material utilizado en la construcción del terraplén. La zona tiene muchos ojos de agua y bañados, muchas veces completamente al lado de la carretera.
Cerca de un tal ojo de agua, con su extensión de juncales, nos paramos para observar una pata y sus siete patitos. La reacción estereotipada sería "qué >>>>>>>>