Esta mañana, viajando, finalmente sin parar - tiene que ser - hacia la frontera con New Brunswick. De ahora en adelante, habrá que recuperar todo el atraso de kilómetros que se nos acumuló desde que salimos de Nueva York.
Ayer fue el primer día de caza en la zona y por doquier se desparramaron cazadores, lo que seguramente habrá dado un buen caso de risa a los venados que aquellos trataban de cazar. Resulta que hay tanta cantidad de cazadores que, por ley, todos tienen que llevar alguna indumentaria de color naranja violento, que sea una gorra, una chaqueta, para que se hagan bien visibles unos a los otros y no se vayan matando mutuamente.
Estas hordas de manchones de color naranja ambulantes parecían una antítesis bien ridícula al arquetípico, legendario cazador sigiloso, disimulado lo más posible para no delatar su presencia. La única explicación sería que los venados no perciben colores.
Y ahora mismo, esta mañana, según estamos viajando, es divertido ver a lo largo de la carretera, cada kilómetro o dos, un coche solitario, marca de algún cazador que lo dejó ahí para adentrarse en los bosques en busca de su venado - el cual venado, si es que lo consigue, tendrá que presentarlo y declararlo en una estación oficial de control de caza.
El mar a la vista. Las islas frente a la costa ya son canadienses; pero para nosotros, para alcanzar Canadá por tierra, todavía falta un rato.
Ahora, la tierra del otro lado del brazo ya es tierra firme de Canadá.
Ciudad de Calais. Justo antes de la frontera. A comprar comida, y dinero canadiense.
En cuanto a la comida, ya que no sabemos qué esperar en Canadá, preferimos acumular comida - porque, como no comemos las comidas que todo el mundo come, sino comidas sin aditivos, sin azúcar, sin muchas otras chatarras, sólo tal como la naturaleza las hace, no es fácil para nosotros comprar comida en cualquier parte, y hay que andar siempre buscando; y con reservas, por la duda.
En cuanto a los dólares canadienses, no sabíamos si era mejor comprar del lado vespucciano o del lado canadiense de la frontera, por lo que empezamos a preguntar a gente con coches de Canadá, y unos nos aseguraron que sin duda es más barato del lado vespucciano y otros nos aseguraron que sin duda es más barato del lado canadiense; finalmente, medio por razonamiento, medio por impulso, compramos del lado vespucciano.
A cruzar la frontera - primera frontera, de cuántas fronteras serán durante esta Expedición, si Dios quiere.