Otra vez, de British Columbia a Yukon. Y el lago sin fin que estamos bordeando a mitad de su ladera, con nosotros. Es parte del sistema de lagos estrechos y estirados como serpientes, que los enloquecidos del oro tomaban después de haber cruzado el White Pass, como pista mágicamente cómoda por entre las serranías.
Pero no todo el mundo estaba hipnotizado por el oro. Estamos parados ahora, observando, sin poder creer nuestros ojos, la entrada a una mina de plata abandonada, en la parte alta de una ladera que parece accesible solamente a pájaros, o, a lo sumo, a cabras. Aun para alguien que supiera de antemano que allí lo espera una mina de plata, sería toda una aventura escalar esa pendiente; pero imaginarse a alguien arriesgándose de tal manera solamente para buscar - paso a paso - algo hipotético es abrumador. Es increíble lo que emprenderá un ser humano por el sueño de volverse rico. Y luego, la propia explotación de semejante mina.
No hemos llegado aún al pueblo de Carcross. Y hoy no llegaremos, porque tropezamos con un lindo lugar, bien tranquilo, fuera de vista desde la carretera pero con una linda vista para nosotros, irresistible para pasar la tardecita y la noche.
La vista
Además, como mañana es domingo, posiblemente nos quedaremos aquí, para llegar a Whitehorse - sí, otra vez Whitehorse - el lunes, día hábil. Seguramente no nos faltará qué hacer hasta el lunes si nos quedamos aquí - mejor dicho no sabremos por dónde empezar.
Aquí, trabajo de oficina: transcribiendo las cintas grabadas
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Pues sí, hoy es lunes. Nos levantamos a las cuatro de la mañana, después de una noche de fuertes lluvias; no llueve más, pero el tiempo está tormentoso, lo que agrega al interés de las vistas.
Primera cosa, esta mañana, un cementerio donde descansan los restos de un tercio del trío que hizo el gran descubrimiento original de la corrida del oro en el Klondike.
Pueblo de Carcross.
Nos preguntábamos qué cruce de automotor, qué vado, qué transbordador, qué acontecimiento en tal respecto, pudo haber sido lo suficientemente impactante como para volverse un topónimo. Pues, Carcross no es la inmortalización de alguna epopeya automotriz, sino una ilustración de la patológica compulsión del idioma inglés, o sea de los sesos detrás del idioma, de acortar todo lo que puedan, aunque con ello confusiones ocasionen. No se trata de car-cross sino de ... caribú-cross, algo mucho más entendible en Yukon.
El mismo desvarío que con todos los coches de Vespuccia y Canadá andando a gas y no a nafta, debido al patológico acortamiento, aunque confusión cree, de >>>>>>>>