Tan de repente como apareció el mini-altiplano pelado, desapareció, y, en su vez, tenemos un bosque substancial de coníferos añosos de ambos lados de una carretera que, otra vez, se volvió sinuosa.
Otra vez pasamos la frontera de Canadá a Vespuccia, más exactamente, de British Columbia a Alaska; otra vez, el encargado tuvo sus ideas propias respecto a cómo hacer las formalidades; hasta cierto punto, se está volviendo divertido ver con qué ideas nuevas vendrá cada nuevo encargado; pero, de todos modos, estamos en Alaska.
Lo que sucede aquí es que, si bien la parte de Alaska que visitamos antes, y esta parte de Alaska, forman un solo pedazo de tierra, la única comunicación terrestre entre una y otra es, como hicimos nosotros, pasando por Canadá, por Yukon y Colombia Británica. Esta incrustación de fronteras, y toda la conformación de las fronteras desde aquí hacia el sur y hasta el estado de Washington, hacen acordar de dos hechos históricos que ya mencionamos.
Pero antes, queremos anotar que el paisaje es hermoso en grado máximo; que la carretera está asfaltada, siempre bajando progresivamente, lo que es natural ya que nos estamos dirigiendo a Haines que es un puerto de mar; que la vegetación es exuberante, una mezcla de hojas y agujas, con preponderancia de las primeras; que hay una gran cantidad de arroyos, de varios tamaños, pero todos, muy activos; que sigue lloviendo; que, por el verdor de la vegetación, parece que aquí debe de llover a menudo; que los yuyos de fuego - será porque están limpiados por la lluvia - tienen colores de los más radiantes que se pueda imaginar; que, por entre las nubes, entrevemos las cadenas de cerros, que parecen bastante escarpados; que las nubes, por ahora, no nos molestan, al contrario ayudan a darles una mejor proporción de dimensiones a los cerros, un poco de la misma manera que realzaban el volumen interno del cañón del Colorado.
Volviendo a los dos casos históricos que ya mencionamos, es imposible ver esta cola de Alaska - lo dolorosamente quebrado de su frontera, y lo dolorosamente despedazado de su propio cuerpo, perfectamente inútil para cualquier uso - sin re-evocar que, en una oportunidad, en 1821, Rusia quiso expander Alaska hacia el sur; que, en otra oportunidad, en 1840, Vespuccia quiso expanderse hacia el norte; que, en cualquiera de los dos casos, hoy, Vespuccia tendría aquí un substancial corredor en vez de esta tierra en penas; y sin rememorar que, en el caso de la proyectada y no ejecutada expansión rusa, Vespuccia, primero, fue toda a favor de la expansión rusa - no por rusofilia sino por anglofobia - y recién luego cambió de parecer y se unió al alboroto inglés antiruso. Ah, si Vespuccia hubiese sabido, entonces, que toda América Rusa, incluyendo esa expansión hacia el sur, estaba destinada a ser, algún día, suya.
Volviendo a los obsequios de la naturaleza, notamos que, en este trecho, aproximándose a Haines, hay dos tipos de arroyos, los de agua marroncita, >>>>>>>>