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Nosotros nos sacamos unas partículas en este primer experimento nuestro en este arte; también nos tocó encontrar un rubí, seguramente sin ningún valor como piedra preciosa, pero un rubí al fin; lo que nos hace acordar que, esta mañana, encontramos una linda pluma de halcón.

Volviendo al oro, también aprendimos a distinguir entre el oro verdadero y las piritas o sea oro de los bobos como se las llama; es muy fácil: el oro verdadero no brilla, es de un amarillo muy mate, nunca tiene una superficie plana y no tiene ángulos cortantes; las piritas tienen superficies como láminas, tienen ángulos bien definidos, y brillan como si fueran pulidas.

Y, finalmente, una prueba de inteligencia: ¿cómo se saca la magnetita por medio del imán sin que el imán entre en contacto, y por lo tanto se ensucie, con la magnetita? Simplemente se envuelve el imán en una hoja de papel o un pedazo de tela y se agarra la magnetita a través del papel; luego, se retira el imán del papel, y la magnetita cae del papel.

El tiempo - no muy bueno desde que salimos de Fairbanks, e intermitentemente lluvioso hoy - se puso bien feo; hay un viento fuerte, y hay nubes bajas amenazantes; hace un momento, hubo truenos.

A cenar y dormir.

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Pasamos de Yukon a Colombia Británica, acercándonos a Alaska. Hay que reconocer que la cosa es como para confundirse.

Hasta hace poco, seguía el hermoso panorama con los ingredientes de belleza de siempre; solamente que ahora, por el mal tiempo intermitente y el bajo nivel de las nubes, estamos viajando como si fuera en la tajada inferior de un universo más completo que el que vemos, un poco como peces que sabrían que hay un mundo encima de la superficie del agua pero que ellos no podrían ver jamás. Empero, no es malvenida esta perspectiva estratificada impuesta por la naturaleza; hasta le agrega un nuevo aspecto de interés a un tema visto ya repetidas y seguidas veces con la nitidez, y si se quiere la falta de misterio, de un tiempo soleado.



Piñitas, creciendo por aquí

Estamos a solamente 1.000 metros de altitud; sin embargo, hay docenas de manchones de nieve a nuestra altura; y, por entre las nubes y la neblina, podemos constatar que estamos a muy pocos metros debajo de las nieves que cubren un 50/oo de los cerros.

Desde que entramos a British Columbia, de repente el ambiente cambió porque desaparecieron los árboles; la topografía está más o menos llana - lo que se podría llamar un tipo de altiplano.