→ Vimos el dique construido por los castores, una obra sorprendente, incluyendo troncos de árboles muchas veces más grandes y más pesados que los propios constructores;
→ vimos los muñones de árboles cortados en la legendaria forma cónica por los castores para obtener los troncos que necesitaban; son árboles de grosor regular no más, no acercándose ninguno ni remotamente al árbol de diámetro más grande tumbado por castores que se conozca hasta la fecha, un diámetro de 1,17 metro, nada menos;
→ admiramos la plácida laguna silvestre embalsada detrás del dique; naturalmente, vimos la fortaleza de los castores en el medio del agua; pero, sobre todo, tuvimos la oportunidad de ver un castor nadando en la laguna.
No ocurrió lo que pensábamos que iba a ocurrir.
Al verlo, nos petrificamos para evitar cualquier movimiento y cualquier sonido; pero como el castor seguía nadando ida y vuelta en el centro de la laguna, poco a poco nos atrevimos a acercarnos despacio y silenciosamente hasta llegar a la orilla misma de la laguna.
Pero el castor, nos dimos cuenta, de todos modos nos había visto, y nos veía, muy bien, pero no huyó, no se escondió - al contrario, siguió patrullando las aguas, y más bien acercándose con cada pasada más y más a la orilla donde estábamos, con su ojo perspicaz, astuto, inteligente, intensamente fijado en nosotros; ese castor nos estaba vigilando abiertamente, no tenía intenciones de dejarse intimidar, nunca se refugió debajo del agua, pero sabemos que se podía haber quedado unos 15 minutos sumergido si así lo hubiese deseado; de vez en cuando, daba un tremendo golpe con su cola en forma de espátula en la superficie del agua - lo que nosotros interpretamos como una manera de asustarnos o como señal a la comunidad castoril de quedar escondida; para dar una idea de la tremenda fuerza de dicho golpe, tenemos que decir que la primera vez que escuchamos el ruido y cuando no sabíamos qué lo causaba, creímos que se había caído un árbol en el agua; si bien la fuerza desencadenada por la cola es tremenda, por el sonido que produce, la cola no produce la fuerza sino que la transmite, recibiéndola del cuerpo del castor; es lo que deducimos al ver cómo el castor arquea violentamente todo su cuerpo y, como consecuencia, hasta desaparece debajo del agua justo cuando golpea el agua con la cola.
El castor con su remolino de agua
Finalmente, el castor se habrá convencido de que su familia y su mare nostrum no estaban en peligro por nosotros y se fue a vigilar otras partes de la laguna.
Con esto, se hizo tarde, y nos corrimos cerquita no más para pernoctar en un lindo pequeño lugarcito entre los matorrales.
No entendemos la poca confianza de los expertos en la tierra prohibida de la bahía de Hudson en cuanto a la habilidad y capacidad de los castores. Castores utilizan inteligencia, cooperación, previsión e imprevisión.