Mientras tanto, la carretera llegó al río Kenai con sus rápidas aguas, con su color esmeralda tan untuoso que parece que se podría cortar en tajadas.
Después del paraje de Cooper Landing, desaparecieron las montañas, y todo está chato. La profusión de vegetación sigue igual.
Llegamos al pueblo de Kenai; pero más tarde de lo que esperábamos.
Por lo densamente poblado de esta zona, fue bastante difícil encontrar un lugar para pernoctar. Finalmente, nos encontramos un lugar bastante lindo, al final de una calle de casas de campo o, mejor dicho en este caso, de casas de bosque, lugar tranquilo, con concierto estereofónico de pájaros. De los mosquitos, ya ni se habla.
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Esta mañana, hasta en este rinconcito apartado, nos persigue el continuo retumbe del tráfico de la única carretera de la península de Kenai. Sin embargo, como por consuelo, al abrir la radio, por primera vez en cuánto tiempo, pudimos escuchar música clásica a otra hora que las medianoches de semana o las 6 de la mañana de los domingos.
A la iglesia.
La iglesia
A primera vista, hay dos construcciones, una capilla bajita, cuadrada, de troncos desbastados a mano, de aspecto viejo, y una iglesia de tablas blancas, más tradicionalmente rectangular, de aspecto mucho más reciente. ¿Será el mismo caso que en Eklutna?
Pues, no. Para empezar, hay un sacerdote, y no cualquiera: un arcipreste.
Después de hablar con él, podemos organizarnos un cuadro general de los Rusos en América, incluyendo la conexión con este sitio.
Mientras los demás descubridores de América todavía estaban con la corrosiva duda de, si la parte pacífica aún desconocida de América seguiría estirándose hacia el noroeste hasta tocar el este de Siberia - de la cual tampoco se conocía el fin - en una sola tierra firme, o si, contra las aparentes probabilidades, finalmente habría un espacio de mar entre Asia y América, los Rusos fueron los primeros en saber.
1728 Fue en algún momento después de esta fecha, pero antes de 1732, que los >>>>>>Rusos lo descubrieron.