Mientras que, entre Dawson City y la frontera, la ruta se quedaba a una altitud consistentemente elevada, desde la frontera, estuvimos bajando permanentemente largas distancias, casi siempre frenando con la segunda velocidad. De paso, vimos varios campos mineros auríferos; el mismo estrépito infernal de las palas mecánicas y del lavadero motorizado.
Siguiendo nuestra bajada, llegamos al río Fortymile; y aquí nos esperaba otra novedad.
De la misma manera que, a lo largo de otros ríos, se puede ver pescadores en hileras chupando sus cervezas y esperando que algún pez bobo se deje atrapar, aquí, vimos toda una hilera de espigadores - o mineros, si así se los quiere llamar - no comerciales, de oro, o sea de gente que compra, del dueño de un interés minero sobre el río, el derecho de buscar oro, por fin de semana, o semana, o mes, o quizás todo el verano.
Estos mineros-espigadores trabajan de la siguiente manera. Tienen máquinas chupadoras sobre flotadores; estas chupadoras, por un lado, aspiran los sedimentos del fondo del río, por otro lado, escupen de vuelta todo lo que es piedra, y, por un tercer lado, acumulan arena o lodo que, por las esperanzas de los espigadores, tendría que contener escamas y polvo de oro; y cada noche, los mineros-espigadores pasan este material aurífero por un concentrador donde separan el oro del otro material por diferencia de gravedad. Y parece que las cosas les van bastante bien: el año pasado, un tal minero se sacó unos 2.250 gramos en el curso del verano, y parece que otro, hasta 3.900 gramos. Al dueño del interés minero, pagan el 10/oo de lo que sacan.
Ahora llegamos al pueblo de Chicken, o sea Pollo. Este pueblo nada tiene: un negocio de ramos generales, un bar; 300 metros más lejos, un correo donde la empleada seguramente cobrará sueldo doble por lo difícil que debe de ser aguantarse el aburrimiento; y, al lado del correo, una cabaña, con la sorprendente presencia de una biblioteca con varios centenares de libros, uno de los cuales, como ejemplo, es por Castañedas. Y, sin embargo, por una razón que no sabríamos analizar, este villorrio nos llamó tanto la atención que será, entre los muchísimos pueblos que vimos, uno de los cuales nos vamos a acordar.
Chicken
Según nos enteramos hablando con los pocos solitarios que viven aquí, el verdadero nombre original del pueblo no era Chicken sino Ptarmigan - pero como la gente no sabía cómo se escribe ptarmigan, cada vez que quería escribir ptarmigan escribía chicken y así, del distinguido nombre Ptarmigan, fue reducido el pueblo al vulgar Chicken.
También nos enteramos del sorprendente hecho de que, en este lugar, donde hay poquísima gente y sobra tierra, no se puede comprar tierra: toda es estatal o federal; los que viven aquí, están aquí en carácter precario hasta que, algún día, las autoridades decidan poner las tierras en venta.