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todo lleno de montículos y de colinas de grava, sistemáticamente acumulados, acumuladas, en kilómetros de anélidos de otro planeta; y no pocas veces, todavía se ve restos de maquinarias antiguas deshaciéndose en herrumbre.

Las lomas a lo largo del riacho Bonanza y de sus riachuelos tributarios no están en absoluto a tono con la gloria del lugar; son lomadas de aspecto muy común, como hay miles en todas partes.

Lo que sí está a tono con la gloria del lugar son los nombres de varios de los riachuelos-tributarios, nombres como ser: Pure Gold, Ready Bullion, Coarse Gold, Gold Bottom, Too much Gold, All Gold, o sea, más o menos, Oro Puro, Oro en Barra, Oro en Bruto, Fondo o Lecho de Oro, Demasiado Oro, Todo Oro. Hasta descubrimos dos nombres en puro castellano: Orogrande, Eldorado.

Cuánto de todo esto es el reflejo, un poco exagerado, de la realidad y cuánto es licencia poética, no sabemos, pero otros riachuelos insinúan que no todo era oro a cucharadas ni siquiera de a pepitas. El entusiasmo lo tempera el riachuelo Last Chance, nominalmente, riachuelo de la Ultima Oportunidad, pero mejor expresado, se nos ocurre, como de la Ultima Esperanza; y el entusiasmo lo destruyen por completo arroyos como Quartz o, peor, Rock.

A veces, los enloquecidos, en vez de encontrar oro, se encontraban con animales, como lo atestiguan riachuelos como, del Caribú, del Alce, y peor, del Oso.

Por otra parte, todavía hoy, el valle del riacho Bonanza y de sus riachitos está lleno de actividad: hay operaciones de minería, todavía no sabemos de qué; todos los riachuelos de la zona están todavía bajo denuncias particulares - nunca se sabe, no cierto?

Bajando por el valle del riacho Bonanza de vuelta hacia la carretera, nos damos cuenta, viendo las cosas desde un poco más encima, a qué punto el riacho ya no existe más como existía: su valle entero, de pared a pared, fue totalmente revuelto; no quedó una piedra en su lugar; un verdadero loquerío; y las aguas del riacho están deshilachadas en su lecho en un sinfín de pequeños brazos que buscan su camino cuesta abajo, como puedan, por entre, y alrededor de, los kilómetros de chorizos de grava que obstruyen todo. Y el camino que hoy existe - y por el cual viajamos - fue construido por encima de los lomos de los monstruos de grava.

Dawson City. No esperábamos gran cosa, y recibimos todavía menos; o quizás recibimos más; porque lo que esperábamos, si bien nunca lo definimos muy bien, probablemente era mediocridad por lo menos decorosa; y lo que encontramos fue un villorrio de 5 calles X 8 calles; calles perforadas por una cantidad fenomenal de hoyos, muchos de ellos, solapadamente escondidos debajo de charcos, productos del deshielo, una situación prácticamente garantida de causar la rotura de un eje, un elástico, u otra parte preferentemente vital de un coche; calles enmarcadas por la lastimosa indigencia de sus frentes - salvo >>>>>>>>