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A ver si despachamos aunque sea una pizquita de la opresiva acumulación de cintas esperando, en ambos sentidos de la palabra, su transcripción.

Y luego, nos esperará otra necesaria cena de oso polar.

Lo que es una manera de sentir la vida de un cazador de animales grandes, desde mastodontes hasta ballenas, exultante de haber conseguido una presa, pero preso de su presa por tener que comerla y comerla y comerla, y nada más, hasta terminar; en contraste con cazadores de piezas menores, las que, además, habitualmente también coexisten con plantas en variedad.

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Esta mañana, otra vez hace más frío, y el tiempo está despejado, hasta soleado; así que habrá sombras; así que vamos.

Tiene su interés ver nuevamente estas partes por donde viajamos, ya hace dieciseis días.

En los lugares más elevados, o sea en las cimas de los montes Ogilvie, no es de más ver dos veces - especialmente si es, cada vez, desde un ángulo diferente - tanta belleza inmaculada sobre distancias que parecen no terminar nunca.

En las partes más bajas, hay indicios de deshielo: en lugares donde, hace dieciseis días, todo era pura nieve, puro hielo, la carretera, muchas veces, es ahora una mezcla de nieve y de barro; y pequeños espacios de tundra empiezan a asomarse por entre la nieve en receso; y uno descubre maravillas cuya existencia había olvidado por completo, como ser agua libre, líquida; a veces agua transparente que deja entrever las piedras en su lecho; a veces agua como un espejo que refleja los cerros nevados; agua que corre con delicado burbujeo por entre piedras. Todo, todavía muy tímidamente. Casi parece un pollito esforzándose por salir de su cáscara.

Son cosas a las cuales uno ni presta atención en los climas templados pero que, después de una larga ausencia, parecen todo un milagro. Es cierto, el ambiente ártico tiene muchas bellezas, pero no hay que olvidar los cantos de pájaros, los perfumes y los colores de las plantas, que nos esperan en latitudes más céntricas.

Por otra parte, el deshielo puede volverse en ciertos sitios una fuerza muy destructora que es menester prevenir y canalizar. Por ejemplo, vimos, en las bocas de las alcantarillas pasando debajo de la ruta, grandes calentadores, hechos de viejos tambores con una hornalla alimentada por aceite viejo o por diésel, para, abrir, deshelar de antemano, antes del deshielo generalizado, y mantener libre, el flujo por la alcantarilla, porque, de quedar helada el agua en la alcantarilla - que es lo que pasaría porque está fuera de alcance >>>>>>>>