Nota post-cena. Ya está. Comimos pescado. Pescado con carne como ningún pescado tiene. Comimos oso polar.
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Hoy, para nuestro último día en estas partes, decidimos ir a visitar el pueblo del Lugar del Oso Grizzly de las Tierras Estériles, o sea, más sucintamente, en idioma paraborigen, Aklavik.
Con tal propósito, estamos otra vez viajando por el hielo; pero, esta vez, adentrándonos más en el delta del Mackenzie, para llegar a su brazo occidental. Naturalmente, hoy, nada de infinita llanura; estamos estrechamente encarrilados por las riberas del río; de vez en cuando, hay islas y brazos adyacentes; es curioso ver todas las riberas más altas que nuestro punto bajo en el hielo; por lo que podemos ver allí arriba, hay bosques de coníferos bien desarrollados. Más todavía que durante el viaje a Tuktoyaktuk, se hace realidad para nosotros la sucesión incesante de meandros por donde tiene que pasar el río.
Así que esto es Aklavik. Tan inatractivo, tan falto de personalidad, como su nombre es eufónico. Es difícil de entender cómo un antiguo tradicional lugar de encuentro de los Takud-Kuchin, o sea los mal-llamados Loucheux, y de los Inuitas, o sea los mal-llamados Esquimales, ambos como tramperos de las ratas almizcleñas en este delta del Mackenzie, el lugar más rico en estas criaturas de la Tierra, adquirió este típico aspecto de poblado utilitario blanco.
El cementerio es donde rusticidad no ha sido obliterada por mediocridad.
De vuelta en Inuvik.
A medianoche, todavía hay luminosidad hacia el oeste; el cielo está demasiado claro para siquiera tener la esperanza de una lucecita polar; y ¿por qué no inventarnos una palabra específica, como, por ejemplo, lúmina polar?
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Hoy, emprendemos el largo viaje de regreso hacia el sur. Ahora pueden venir mosquitos, barro, turistas; nosotros nos vamos.
Otra vez, el cruce del pontón helado del río Mackenzie. Esta vez, sin la neblina de la ida; así que vemos lo que hacemos y dónde lo hacemos; a tal punto que nos detuvimos en el medio del lecho para tomarnos una merienda.