Mucha confusión, con la explicación de ese día XXXVIIII; y sin embargo ahí está, de este lado del océano Atlántico, en numerales romanos seguidos de la letra L en ogam que, se nos dice, es la palabra "la" que, se nos dice, significa "día". Quizás hayamos entendido mal; quizás la deducción sea astuta pero en verdad errada.
> Tres. ¿Cómo es que no hay, que se sepa, el más mínimo indicio de todas esas magnas actividades del lado europeo/africano?
En las sombras de este super-misterio vamos a pernoctar.
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Esta mañana, hemos salido con los primeros albores.
Siempre hacia el norte.
A lo largo de caminos no principales, bastante sinuosos, indicativos de lomas bastante acentuadas - se puede decir que, desde que salimos de Nueva York, nunca hubo lugares llanos.
Zona poblada; las casas no están agrupadas en pueblos sino desparramadas ralamente a lo largo de la carretera; y como esta zona es boscosa, cada casita está envuelta por árboles por todos los lados - debe de ser agradable vivir así.
Este es el momento de la mañana cuando se ve muchos colectivos escolares, juntando a los alumnos de sus hogares para llevarlos a las escuelas - y obstruyendo el tráfico, reduciéndolo a una procesión fúnebre porque, cada vez que para el colectivo con sus grandes luces rojas fulgurando dictatorialmente,
está prohibido adelantársele o cruzar en dirección contraria. Se detiene el colectivo, para el tráfico en ambas direcciones - y otra vez, y otra vez. Más datos, más tarde, con más tiempo.
Si bien la topografía no ha cambiado mucho desde que salimos de Nueva York, la vegetación sí ha cambiado, y va cambiando: hay menos y menos árboles de hojas caedizas; los que hay, están más y más pelados; ya casi no hay colores; y, al contrario, hay más y más coníferos, de tal forma que, ahora, la mayoría de los árboles es de agujas.
También, se ve cada vez más extensiones de agua - que pueden variar desde pequeños charcos entre árboles hasta lagos de buen tamaño, bordeados por árboles.
Ya que nos estamos acercando a dos ciudades de regular tamaño, vamos a pasar del camino local a una carretera de larga distancia para evitarlas porque, por lo visto hasta ahora, las ciudades de este país no ofrecen atractivo alguno, ninguna gracia, solamente mucho tráfico y mucha confusión.