- o aunque haya sido solamente una trocha - creciendo de casi nueve largos y difíciles kilómetros cada 24 horas. En 1942.
Antes de terminar, hoy, felizmente por fin nos acordamos de mencionar lo que ya varias veces quisimos mencionar durante el día, a saber que hoy es Domingo de Ramos, 27 de marzo, y que hace exactamente cinco meses que salimos de Nueva York.
Muncho Lake, donde estacionamos para la noche
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Esta mañana, otro punto de referencia - pueblo de Liard.
Llegamos al Valle Paradisíaco de los antiguos dueños de estas tierras; o sea a unas fuentes calientes que nunca se congelan, en verdad bastante calientes como para bañarse en ellas aun en pleno invierno - por lo menos para aquellos adictos a tal deporte. Vimos el vapor pelándose del agua, pero ello, de por sí, no prueba nada; cualquier agua, aun bien fría, va a echar vapor siempre que el aire ambiente esté suficientemente más frío en proporción; esto, bien lo vimos en la caldera de vapor infernal, camino a la bahía de Hudson, con agua fría, incongelada por saltar en un recial, pero con una criotura del aire de algo de 50 ó 60 bajo cero, si bien nos acordamos. Más característicos y más convincentes son, el olor a azufre emanando del agua donde ésta se acumula en una pileta natural, y la presencia de plantas acuáticas ondeando, llenas de vida, en la corriente escapándose por el desaguadero de la pileta, a sólo centímetros de distancia de otras plantas, encima de la superficie del agua, totalmente heladas, y cubiertas por el vapor surgido del agua, en ellas congelado y congelándose.
Un ingrediente periférico pero de poderosa influencia ambiental, o sea psicológica, es que estos vapores fuera de lugar en este mundo petrificado de frío, y este olor a azufre, se encuentran a cierta distancia de la ruta, o sea de la protección del vehículo, de manera que se agrega - por lo menos se nos agregó - la vacilante incertidumbre de que algún bicho de cuatro patas y grandes colmillos podría encontrarse ya en el lugar por algún beneficio térmico, o - no lo permita Dios - varios tales bichos, y no ser exactamente dispuestos a compartirlo con nosotros.
Próxima meta, pueblo de Watson Lake.
La carretera sigue de asfalto, si bien con frecuentes trechos destrozados. Mejor que fuese de ripio.
El panorama se ha calmado. No más vistas para admirar.
Aun para quien no lo supiera, tendría que ser evidente que, ahora, las telecomunicaciones se efectúan por medios invisibles, probablemente por micro-ondas, porque la línea de cables telegráficos a lo largo de la carretera está >>>>>>>>