Pasamos por el pueblo de Steamboat.
El panorama se volvió más interesante, en verdad bastante interesante, con grandes cadenas de sierras nevadas en la distancia, vistas a través de un amplio valle.
La vegetación sigue siendo una mezcla de caducifolios y coníferos. No solamente hay gran cantidad de los caducifolios sino que, muchas veces, son mucho más crecidos que los coníferos.
La carretera está otra vez asfaltada, y hasta tiene sus meticulosos enojosos delineamientos inútiles en la calzada. Así que, ahora, nos vamos a quedar del lado derecho de la carretera en las lomas y por tráfico en sentido contrario no porque así va a decidir nuestro libre uso de razón sino porque así nos lo va a mandar esa estúpida línea ahí en la calzada.
Recién nos detuvimos para hacer provisión de agua potable en un arroyito cerca de la carretera. Normalmente, no lo haríamos porque, hoy en día, quién sabe qué está contaminado y qué no lo es, pero vimos unos lugareños haciéndolo, así que lo hicimos también.
Pasado el pueblo de Toad River.
El panorama sigue muy pintoresco y, a veces, hasta se vuelve magnífico, con un sinfín de cerros escarpados y nevados. Ahora que, tenemos la impresión de que, en invierno, los cerros son más altos que en verano, o sea que muchos de estos cerros que estamos admirando ahora, en verano, sin su manto de nieve, tendrán probablemente mucho menos apariencia.
Volviendo a los árboles, naturalmente que los de hojas caedizas están todavía en total hibernación, mientras que sus hermanos sureños ya están vestidos de su fresco verdor primaveral.
Sigue el asfalto; es una sorpresa, esta alternación de asfalto y de ripio, más incomprensible que en Labrador, o por ahí, porque allí las distancias eran cortas, como una desorganización de algún capataz local, y el asfalto, nuevo. No así, aquí.
Todavía hay luz del día, inclusive hay Sol, y sin embargo ya nos establecimos para la noche porque encontramos un lugar realmente magnífico; dominando el lago Muncho, helado en su valle, y dominado por atractivas crestas nevadas; todo ello, gracias a los Japoneses.
¿Los Japoneses? Sí; porque fue cuando y porque los Japoneses ya habían debarcado en ciertas islas de Alaska durante la segunda guerra mundial que el total de 2.400 kilómetros de esta carretera alaskana fue construido febrilmente en el tiempo relámpago de nueve meses para permitir el transporte de pertrechos militares a Alaska sin tener que arriesgarse por vía marítima, con el peligro de ataques intramarinos. Sí, hay que imaginarse esta carretera >>>>>>>>