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Sin sorpresa, con curiosidad, la cinta de asfalto, obliteradora de bronco comportamiento y salvadora de faros y de parabrisas. Nos va a llevar por la mano a nuestra destinación.

Lindo lío. Estamos donde no tendríamos que estar. Totalmente fuera de camino. A pesar de haber seguido la Alaskana.

Clave del misterio, según descubrimos. La Alaskana fue asfaltada, pero no es lo único que fue asfaltado. Un retoño de penetración local también fue asfaltado. Y nosotros, con la noción de que el asfalto de la Alaskana era el único, y por ende infalible, asfalto hacia el noroeste, sin prestar atención, nos metimos donde no teníamos que habernos metido. Si queremos regresar a la Alaskana sin una substancial vuelta por asfalto, vamos a tener que tomar una cortada de tierra.

Es en esta cortada que vamos a pernoctar.

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Así que, esta mañana, pasamos de nuestra cortada otra vez a la carretera hacia Alaska. No es que Alaska sea nuestra meta en este momento. Tenemos nuestro esfuerzo apuntado hacia una meta bastante más entusiasmante, pero la ruta, por ahora, es la misma.

Panorama cambiado completamente. No más poblaciones, no más campos trabajados; bosques, bosques hasta donde se puede adivinar - si bien, en muchas partes, ya en forma de vestigio, desmontados; y a los que quedan, se les puede decir adiós; dentro de unos años, otra cosa crecerá por aquí - ¿qué?

Ahá, aquí terminó el asfalto, un poco más allá del pueblo de Wonowon. Por lo visto, los grandes trechos de nuestros informantes, si bien un trabajo nada desdeñable de quizás casi 200 kilómetros, no son más que un trechito local, en comparación con los 2.400 kilómetros de longitud total de la Alaskana; trechito, por colmo, que nos resultó más trastorno que comodidad, por el desvío.

El ripio es del fino, y el andar es bueno. Lo curioso es la nieve sucia a un lado del camino; tiene completamente color de tierra por el polvo que se levanta del ripio y sin embargo tiene, por debajo, la forma y estructura inequívoca de nieve.

Se terminó el ripio; pero no quiere decir que la carretera se volvió mejor, al contrario, mucho peor; tiene una superficie dura llena de pozos; viva el ripio.

Aparecieron unas sierras nevadas en el horizonte.

Dos veces vimos, esta mañana, carteles grandes con la advertencia: "Peligro, gases venenosos, no estacionar, no acampar".