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Tenemos confirmado que, a lo largo del Mackenzie, no hay medio de comunicación, ni siquiera por pista de hielo - que es lo que nosotros teníamos entendido; y por la razón que nosotros ya habíamos escuchado, a saber la rebelión de los paraborígenes a lo largo del río cuando se enteraron del proyecto de construcción a través de sus tierras de un gasoducto y, naturalmente, de una carretera; y con mucho gusto nos quedaremos sin el interés de pasar por allí, si es que éste es el precio para que ellos guarden su aislamiento y su estilo de vida.

Por otra parte, una sorpresa. Después de haber leído, tantas veces, historias y advertencias relacionadas con el ripio destructor de faros y parabrisas de la carretera alaskana, nos enteramos de que los tiempos han cambiado, las cosas han cambiado, y de que grandes trechos de esta famosa carretera pionera ya están pavimentados.

A estas horas, también ya sabemos que no será mañana que empezaremos el último trecho hacia el océano Artico: al abrir los cajones del vehículo, Božka descubrió, con horror, que muchas cosas, para no decir todas, están mojadas, desteñidas, llenas de moho, muchas de ellas, arruinadas; así que mañana, en vez de salir, habrá que tratar de salvar lo que se pueda.  Otro problema.

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Hoy, sin novedad.  Reacondicionando, preparando, arreglando, las cosas para el norte.


Tratando de poner orden

Pero ya es evidente que no saldremos ni mañana. Será pasado. Es que, con anterioridad, antes de llegar a Dawson Creek, habíamos decidido aprovechar la experiencia adquirida en la bahía de Hudson en cuanto a la dificultad de viajar sobre hielo y nieve con la carga que tenemos en el techo, y habíamos decidido dejar dicha carga, o por lo menos parte de ella, en depósito en algún pueblo antes de subir demasiado al septentrión, pueblo adonde tendríamos que volver de todos modos al bajar del norte - y ahora se nos presentó la oportunidad de dejar nuestros pertrechos aquí no más, en este motel; lo que motiva el tercer día de estadía aquí.

Novedad no hay, pero una noticia, sí. Con un poco de suerte, cuando bajemos del Artico y viajemos por la provincia de Alberta, nos encontraremos con el cohete MX de los Vespuccianos siendo probado allí, en dicha provincia canadiense. Porque, naturalmente, las protestas que hay ahora en Alberta contra tal proyecto no servirán para nada, los gobiernos seguirán con sus jueguitos, y el 99,99/oo de los pueblos, con su inercia. Pero lo más increíble de la noticia es el candor con el cual se explica la razón por la cual los Vespuccianos insisten en hacer sus pruebas allí, en la provincia de Alberta: porque - y esto no es un invento nuestro - allí, cerca del pueblo de Cold >>>>>>>>