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1507, el 25; más exactamente, en latín:
         "Finitu VIJ kl' Maij Anno supra sesquimillesimu VIJ", o sea
         "Terminado el 7 de las calendas-de-mayo en el año sesquimil 7".

Y después de la llamarada, nada de largos años residuales de gloria académica y profesional.

Una dramática ilustración de la brusquedad del ocaso, la da el hecho de que aquella nueva edición de la Geografía de Ptolomeo preservada por los Arabes, que los canónigos habían estado contemplando y que habían postergado para dar su atención prioritaria a la América naciente, si bien eventualmente, en 1511, fue lista para la prensa, nunca llegó a ser impresa en el Gymnasium Vosaguense de Sancti Deodati. Fue impresa en 1513, por otra imprenta, en Strassburg, la imprenta de Johann Schott ... sin siquiera mención de sus autores. Es que todo lo listo para imprimir esta última obra, la Claudius Ptolomaeus Geographia, con su atlas de 47 mapas y su texto de 181 folios de 0,44 metro x 0,31 metro, obra póstuma se podría decir, y otros materiales de imprenta, tuvieron que ser liquidados por el Gymnasium debido a una acumulación de problemas: dificultades
financieras de Lud, como administrador de las minas de Lotaringia a más de canónigo, muerte del duque-rey René II y consecuente cesación de sus serenísimos auspicios, muerte de Ringmann, un seso clave. Waldseemüller, él, sí, seguía apto y listo para continuar, pero ...

Y aun en Strassburg, la Ptolomaeus Geographia estuvo, por un tiempo, en peligro de no ser impresa: era demasiado para el bolsillo de la otra imprenta; y hubo, primero, que buscar financistas.  Dos abogados se animaron.

Esta es la sorprendente razón por qué ni la prensa quedó como venerable reliquia.

Y así, ni del cenáculo-con-sesos-e-imprenta, ni de sus actividades, siquiera un vestigio quedó.

En esas condiciones, no es extraño que Sancti Deodati / Saint-Dié haya dejado desintegrarse el recuerdo de la actividad - de la existencia misma - del Gymnasium Vosaguense, hasta despreocuparse de su derretimiento completo en la nada del olvido. En esas condiciones, no es extraño que, en el incendio de 1554 que destruyó, entre otras cosas, la biblioteca y otros edificios canonicales, y que, en las destrucciones y los pillajes de la Guerra de Treinta Años, las preocupaciones del momento hayan sido otras que acordarse de dónde había habido alguna imprenta.

Esta es la razón por qué ni siquiera el lugar de la imprenta está conocido a ciencia cierta.

En esas condiciones - considerando semejante total aniquilación de consciencia en Saint-Dié, la cuna de todo, y considerando que, en otros lugares, aquellos donde era útil el nombre América, éste se había vuelto tan ordinaria parte del uso común que a nadie siquiera le ocurría pensar ya en su significado y >>>>>>>>