Con una nómina tal, y sin duda incompleta, ya no es tan extraño que el topónimo América haya nacido aquí.
Además, siendo que los protagonistas eran hombres de clericatura, ¿no puede haber tenido una influencia el hecho de que esta comunidad eclesiástica local tenía un estatuto privilegiado, dependía no de un obispo sino directamente de la Santa Sede en el Vaticano, y ello desde muchísimo tiempo como lo atestigua la confirmación de dichos privilegios por el Papa León IX en ... 1049; papa, incidentalmente, antiguo gran preboste de Sancti Deodati?
El nacimiento ocurrió así.
Los canónigos estaban madurando la idea, como próxima creación suya, de una nueva edición de la venerable Geografía de Ptolomeo de Alejandría de Egipto, del siglo II d.C., preservada durante la Edad Media por los Arabes; claro que no tal cual sino con innovaciones, como ser la traducción de la terminología y del texto griegos del manuscrito de Ptolomeo al latín, y mejoras en el trabajo cartográfico - una empresa de mucho aliento.
Pero he aquí que, en esas circunstancias, vaya coincidencia, les llegan a los canónigos las noticias, noticias extraordinarias, de un Nuevo Mundo, escritas por un tal Albérico Vespucci.
Se olvidan los canónigos de las doctrinas de San Agustín, de las teorías de Aristóteles, de todo aquello que, hasta ese momento, había sido indiscutibles verdades, ahora destruidas por indiscutibles realidades, y deciden imprimir el mapa de Ptolomeo con el agregado de los nuevos descubrimientos tan expresivamente descritos por Albérico Vespucci.
Sí, otra vez Albérico Vespucci. Tenemos ahora una fotocopia de la primera página de la traducción al latín, en su edición de 1504 en Augsburg, de la famosa carta escrita en italiano por Amerigo Vespucci, en Lisboa, en 1503, a Lorenzo Pedro de Medici, en Florencia, carta relatando el viaje de 1501-1502 bajo bandera portuguesa, durante cual viaje las observaciones que hacía Vespucci lo llevaron, según ya tenemos anotado, a la revelación de que la cosa que Colón había descubierto no era la parte oriental de Asia sino un mundo nuevo - ni Europa, ni Africa, ni Asia, un Mundus Novus, como figura en latín. Y lo extraordinario es que las dos primeras palabras en esta primera página son: Albericus Vespucius (presentando sus más humildes saludos a Laurentio Petri de Medici).