de hormigueo de vehículos, a diestra y siniestra, y por atrás y por delante, no es ambiente para un manejar civilizado. No vamos a contribuir al aumento en las colisiones. Aquí nos quedamos.
Además, este medio de locomoción por ruedas en estas condiciones no solamente es más subdesarrollado en sus resultados que piraguas por el Orinoco sino que también es tecnológicamente anterior al pitecántropo - porque, por una parte, los troncos excavados de aquellos indígenas del Orinoco navegan airosos mientras que los vehículos automotores sin oruga de estos indígenas parecen piraguas arrastradas por esteros de barro movedizo; y porque, por otra parte, no nos podemos imaginar un pitecántropo arrastrando su piragua de madera por un campo de lava candente, mientras que estos indígenas por aquí, y todos sus congéneres en cualquier parte en circunstancias iguales, arrastran sus vehículos de metal por una corrosiva solución de sal que, por colmo, ellos mismos desparraman; con la consiguiente pérdida de faraónicas riquezas y el consiguiente empeoramiento ecológico, tanto por los derrames de solución química como por la necesidad de gastar más energía y producir más contaminación en la fabricación de nuevos vehículos.
Oh, y por ondas hertzianas, la situación en Francia sigue a la manera boliviana, por tiempo todavía indefinido. Estamos a sólo un día o sesquidía de la frontera francesa. ¿Para qué apurarnos? Así, hay que notarlo, aun estos últimos días de la Expedición ciertamente huelen a Expedición, mantienen vivo en nosotros, como si fuera en resumen, ese espíritu de paciencia, determinación, persistencia e interés que fue nuestro, tuvo que ser nuestro, durante toda la Expedición.
. .
*
▪
La ante-penúltima frontera de la Expedición; desde los Países-no-siempre-Bajos, y nunca, por ello, bien denominados, de vuelta a Bélgica - esta vez sí "Belgique", la mitad francófona.
No más rengueos lingüísticos. Pero consideramos como un muy bienvenido enriquecimiento esas exclusiones, esos hermetismos, lingüísticos que sufrimos en Dinamarca y Nederlandia - si bien, siempre cuando fue realmente necesario, los pudimos quebrar con inglés o francés - porque nos hicieron sentir y apreciar, a todo su inmenso vital valor, la bendición de haber siempre, en todas las vastedades temporales y geográficas de la Expedición, salvo estas felizmente microscópicas excepciones danesa y nederlandesa, podido comunicar con libre fluidez, tener una fructífera ósmosis, con el mundo alrededor nuestro.
Vacas, después de Visé, Bélgica
. .
*
▪