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Antwerpen. Que es el nombre correcto en el idioma flandrino u holandés local, y no Anvers a la francesa.

Otra vez, Bélgica no interesa los propósitos de esta Expedición - pero lo siguiente, no podemos no anotarlo.

En Antwerpen, nos vimos, durante algunas cuadras, en algunas cuadras de Nueva York.  Igualitas.

El mismo ambiente judío kasher, centímetro por centímetro de pies a cabeza, en el medio de su mundo de diamantes y joyas. Nos preguntamos si es más satisfaciente, para el bolsillo y el alma, ser parte de la colmena judía kasher de Nueva York o de la colmena judía kasher de esta capital mundial de los diamantes.

De todos modos, aquí, en Antwerpen, sintonizamos, durante nuestras permanentes barridas hertzianas, una estación radiofónica judía - y no en una onda, o una fuerza, marginal, sino fácilmente sintonizable en el centro de FM del quehacer radiofónico, cosa en la cual ni se nos había ocurrido pensar en Nueva York. Y aquí, el nombre de esta estación es ciertamente mejor, más explícito, eufónico, inteligente, que lo podría ser jamás en Nueva York - Judaica FM - porque en Nueva York estaría reducida, por ley, a una cacofonía, un anonimato, una repulsión, una incoherencia, de cuatro letras dispares empezando con la letra W como en west (oeste) para indicar su ubicación en la parte este (east) de Vespuccia.

Así, en Antwerpen, podemos descubrir con interés, moviendo el dial sólo un par de milímetros, una inesperada yuxtaposición de idiomas herméticos para nosotros, holandés y hebreo.

Empero, cualquiera nos sea el hermetismo hebreo, nos es fácil sacar de los boletines informativos en hebreo cuales son los centros de interés cruciales para oídos judíos belgas: Tel Aviv, Washington, Nueva York, Jerusalén.

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Un sentir inhabitual. Acabamos de cruzar la frontera, desde België - o sea, dentro de nuestra perspectiva temporal del siglo XVII, desde los Países Bajos Meridionales - de vuelta a los Países Bajos.

No; el sentir inhabitual no es por el cruce de la frontera sino porque nos encontramos en Limburg, y antes del cruce de la frontera nos encontrábamos en Limburg; nos encontrábamos en la provincia Limburg de Bélgica, y ahora nos encontramos en el país bajo Limburg de los Países Bajos. Cuestión de acostumbrarnos a un mismo topónimo para dos entidades políticas, extranjeras entre sí, en sus respectivos lados del corte de una frontera. Nunca nos tocó hasta ahora.