→oo Hay también motores a chorro que utilizan solamente una pequeña parte de su fuerza como reacción directa porque la otra parte la utilizan para mover una hélice, una combinación de los dos tipos de propulsión.
→oo Y hay motores a chorro que, en vez de utilizar su turbina extra para mover una hélice, utilizan esa turbina extra para mover un árbol de transmisión, y tales motores a chorro con árbol de transmisión se puede utilizar en aplicaciones que no se asocia comúnmente con motores a chorro, tales como locomotoras, barcos, helicópteros, y otros.
→oo También existen motores a chorro en los cuales se puede invertir la dirección del chorro, de manera que se puede conseguir un movimiento no solamente para adelante sino también para atrás.
→oo Para el estudioso, las cosas se pueden poner bastante complicadas, como, por ejemplo, motores con, no una, sino varias turbinas, cada una, de diferente característica para que el motor pueda funcionar a máxima eficiencia a varias velocidades; pero nosotros no somos estudiosos, así que basta con esto.
Estamos a unos cuatro kilómetros de la frontera con British Columbia. Desde la llanura donde nos encontramos, vemos todo el horizonte enfrente de nosotros cerrado por macizos y macizos sin interrupción, y algunos, muy escarpados y muy altos, y cubiertos de nieve; y, por lo visto, vamos a tener que enfrentarnos con esto. Nos conviene aprovechar estos últimos kilómetros para disfrutar bien estas praderas verdeantes, las vaquitas y las flores, y el Sol caliente; hasta el olor a vacas se insinúa por el aire.
Estamos a un paso del pueblo de Sumas, por donde cruzaremos a British Columbia.
Esta vez, el cruce de la frontera no fue tan ridículo como la primera vez. Si bien, del lado vespucciano, nuevamente frontera ni hubo, del lado canadiense, cuando le dijimos al oficial que íbamos a tratar de llegar a Tuktoyaktuk, ni sabía él qué es eso y dónde se encuentra, y de ahí empezó toda una investigación.
De todos modos, estamos en Colombia. Colombia Británica, se entiende, pero en algún tipo de Colombia al fin, ya que la grafía con u, Columbia, bajo su aspecto individualista, no es otra cosa que una típica torcedura angla de lo que, en América hispana, muy simplemente es Colombia.
Y ya que mientras estábamos en la aduana, sufriendo la fiebre burocrática del oficial en desasosiego si no zozobra por nuestro Tuktoyaktuk, anocheció, estamos ahora, no muy lejos, estacionados al lado de un camino segundario para pasar la noche.
Antes de dejar el estado de Washington, nos compramos otro salmón de la zona, y pudimos averiguar que, en Washington, realmente existen almejas gigantes, de más de dos kilogramos cada una.