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Empero, de las señales inmediatas del segundo bote, nada; del regreso inmediato
del segundo bote, nada.

Al anochecer, en desesperación, disparo de un cañonazo. De inmediato, en la orilla, disparo de un arma de fuego. Más tarde, fogata en la orilla. En contestación, otro cañonazo. En contestación, o por coincidencia, fuego desaparece.

En la noche, fuego en orilla reaparece y desaparece varias veces.

Día siguente. De la ensenada en donde había entrado el primer bote de exploración, y luego el segundo, de socorro, salen dos embarcaciones, una mayor, una menor. Entusiasmo de alivio en el Sviatý Pavel. Sorprendida desesperación en el Sviatý Pavel: no son los dos botes mandados a tierra sino dos embarcaciones totalmente diferentes, con proas muy agudas. La menor se acerca más que la mayor, si bien queda a muy prudente distancia. Sus cuatro tripulantes se ponen de pie y, con gesticulaciones, dos veces gritan hacia el Sviatý Pavel "agai, agai". Y las dos embarcaciones de zaguales velozmente regresan a la ensenada.

Entonces, Nauta C sabe que sus dos tripulaciones han encontrado desastre, quién sabe si captivas o matadas - a no ser, pensamiento cruelmente injusto en caso de estar equivocado pero pensamiento que no puede no surgir, que se trate de una doble deserción, supuesto no excluido, en condiciones de navegación tan difíciles.

Contra toda esperanza, Nauta C y su Sviatý Pavel se quedan en el lugar. En la orilla, nada. Contra toda esperanza, para la noche, se prende dos faroles por si los botes lograsen volver.  Contra toda esperanza.

Amanecer siguiente. En consejo de oficiales presidido por Nauta C: de vuelta a Kamchatka, a máxima velocidad posible, por escasez de agua, e imposibilidad de reaprovisionarse, por la pérdida de los dos botes.

Varios días de navegación más tarde, Nauta C vislumbra gente a orilla del mar. A pesar del nefasto antecedente con los "Agai, Agai" (de alguna manera hay que referirse a ellos), trata de establecer contacto. Lo logra.

Y hay, en el libro de a bordo, un relato pormenorizado del encuentro, como no llegó a nuestras manos de ningún otro primer encuentro entre Europeos y paraborígenes americanos; por lo que nos querremos acordar de este encuentro como una vívida imagen de una de varias posibilidades de tal acontecimiento.

He aquí unos extractos de lo que el libro de a bordo reza.

"Vimos gente en la orilla. Les gritamos, nos gritaron; pero sin resultado, tanto por el ruido del olaje como porque no entendían el idioma de Kamchatka que utilizamos a más del ruso.