bordo - otra inesperada e inexplicable interrupción por parte del Sviatý Piotr,
o sea de Nauta B. Solamente algunas horas, esta vez, pero una inexplicable detención al fin.
♦║♦ Y el 7 de junio, ya en navegación, un acontecimiento bien extraño.
Nauta B señala de su Sviatý Piotr al Sviatý Pavel de Nauta C que, de ese momento en más, el Sviatý Pavel navegaría delante del Sviatý Piotr; que, en efecto, Nauta C encabezaría la expedición. ¿Reconocimiento por parte de Nauta B de la superioridad de idoneidad de Nauta C para el propósito?
♦║♦ ¿Así que ahora, por fin, sin más novedades, hacia el descubrimiento de los últimos alcances ignotos de América?
Ah, pero eso sería sin tomar en cuenta bienintencionadas interferencias académicas, las que, además, fueron otro catalizador para destacar y confirmar diferencias entre Nauta B y Nauta C.
Resulta que, según directivas de los académicos de Sanct Peterburg, la expedición, en vez de apuntar desde Kamchatka hacia el este, o quizás el noreste, como era la simplísima lógica, tenía órdenes de apuntar, en primer término, hacia el ... sureste, hasta el paralelo 46 ó 45, en procura de una misteriosa tierra de la cual nada se sabía - dónde exactamente estaba, si isla o continente, si quizás parte de América o no - salvo que, según rumores que los académicos en Sanct Peterburg creían haber interceptado, había sido avistada por un tal Juan da Gama; (no Vasco da Gama, sino Juan da Gama, enfatizamos nosotros). Sería después de encontrar esta tierra que la expedición apuntaría al este, más exactamente noreste, para dar con América, cuyo litoral, luego, seguiría hacia el noroeste, para llegar al ya conocido estrecho.
Ordenes que eran evangelio para Nauta B; pero anatema para Nauta C: ¿por qué desperdiciar una limitada disponibilidad de tiempo y provisiones con una tierra aleatoria cuando conservar lo máximo de ambos, tiempo y provisiones, para lo primordial, para América, era lo cuerdo? Nauta C hubiese apuntado desde Kamchatka ni siquiera hacia el este sino hacia el este-noreste.
♦║♦ De todos modos, tanto estas diferencias de criterio en cuanto a las órdenes recibidas como aquel acontecimiento bien extraño de dejar pasar Nauta C primero, pronto iban a ser cancelados por un acontecimiento fatídico que, al mismo tiempo, nos transporta de una fascinante perspectiva a otra fascinante perspectiva de estos prolegómenos a la presencia rusa en Aliashka, o sea Alaska.
En la niebla de la noche del 12 al 13 de junio, y justamente, por cruel coincidencia, en la zona donde tenían que haber encontrado, pero no encontraron, la rumoreada Tierra de Juan da Gama, las dos naves se perdieron de vista, y nunca volverían a encontrarse.