una pequeña embarcación, sólo para encontrarse en las garras de una tormenta y verse llevados hasta estrellarse en la cercanía de la desembocadura del río Anadyr en el litoral pacífico de Siberia, convirtiéndose así en los primeros Europeos conocidos en navegar por el estrecho de Anian entre Siberia y Alaska, y en descubridores, por lo tanto, de la contestación a la gran incógnita de entonces en cuanto a la continuidad terrestre o separación marítima de Asia y América - ello, noventa años antes de la Primera Expedición Kamchatkeña - contestación fehaciente, uniendo los ríos Kolyma y Anadyr, según lo había querido hacer en aquella Primera Expedición el lugarteniente Nauta C, en sentido inverso, del Anadyr al Kolyma, y este Nauta B, como comandante, no lo quiso hacer, y no lo hizo.
Por esto estaba Nauta B en semejante depresión.
Y entonces, en Ojotsk, logró Nauta B estirar dos años más, hasta que, en 1740, por un ultimátum de Sanct Peterburg, no tuvo otro remedio que embarcar. Ah, pero, no para la expedición; solamente de Ojotsk a Kamchatka, de tierra firme a la península.
Y entonces, finalmente en Kamchatka - en Petropavlovsk, el puerto de salida de la expedición - él tuvo la excelente necesidad de invernar hasta 1741; invernar hasta mayo.
Es que Nauta B no quería participar en la Segunda Expedición Kamchatkeña; no había pensado en tal cosa; no entendía qué interés podía tener América; no comprendía por qué, en una nación como Rusia, con muchos cerebros más brillantes que el suyo, le habían puesto a él, simple militar náutico, en tan encumbrada posición. Y tenía 60 años de edad. Y en los últimos diez años, o sea entre las dos expediciones, no había salido una sola vez a la mar.
En resumen, Nauta B había estado demorando y demorando la salida tanto que nadie ya creía que la expedición se iría a realizar; o, por lo menos, no bajo el mando de Nauta B.
Y aun cuando, finalmente, todo y todos estaban ya a bordo de los dos navíos, esperando zarpar en cualquier momento, Nauta B no daba, y no daba, la orden, procrastinando así, de día en día, toda una semana adicional; del 22 al 29 de mayo.
Y aun cuando, finalmente, llegaron a zarpar, apenas salidos de la desembocadura a la mar abierta, todos se quedaron asombrados por la inexplicable orden de Nauta B, inexplicable salvo para él, se supone, de ... echar las anclas del Sviatý Piotr; Nauta C tuvo que hacer lo propio con su Sviatý Pavel.
Y ahí no más se quedaron las dos naves, hasta el 4 de junio. ¿Qué esperaba Nauta B? ¿Alguna noticia - quizás la cancelación de la expedición?
Y ese mismo 4 de junio, poco después de, finalmente, echar a navegar otra vez - algo de una hora después, para mayor precisión, según reza el libro de a >>>>>>>>