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saga. De manera que hasta volver a sus nombres, conocidísimo y desconocidísimo, es mejor utilizar letras de identificación; pero no lo obvio, X, Y, porque ya tenemos al Marinero X en los prolegómenos al primer viaje de Colón; entonces, ¿por qué no Nauta B y Nauta C?

Todo empieza con Piotr; más completamente Piotr Alexeievich, césar, o sea zar, de Rusia, también conocido como Pedro el Grande.

Piotr Alexeievich, entre sus sueños de grandeza para su imperio, también soñaba con los entonces todavía desconocidos alcances orientales de Siberia. O sea que la mundial incertidumbre de entonces, en cuanto a si los últimos confines de América todavía por descubrir seguían estirándose hacia el oeste hasta tener una conexión terrestre con Asia o si, finalmente, dejaban de estirarse hacia el oeste y dejaban un paso de agua entre América y Asia, también era la incertidumbre más personal de Piotr y de Rusia, en cuanto a si Siberia oriental terminaba en alguna costa marítima o si se extendía sin límite en tierra americana.

Piotr escuchaba las sugerencias de sus consejeros de establecer un contacto por vía marítima con Kamchatka - entonces ya conocida - aunque sea dando la vuelta por medio mundo y todos los mares, y desde ahí descubrir, por mar, la verdad de las cosas.

Pero él prefería la conexión terrestre transsiberiana, aun cuando tremendamente ardua - pero sin peligro de ingerencias extranjeras - a la conexión por mares internacionales bajo miradas de dudosas intenciones.

En cuanto a conexión marítima que hubiese sido a su gusto, sólo podía soñar con la factibilidad de una conexión a la vez marítima e íntima ... por el mar Artico a lo largo de la costa siberiana, también fuera de alcance de intenciones extranjeras fácilmente inamistosas - y lo soñaba en una época cuando todavía, hay que repetirlo, no se sabía, en teoría, si había separación marítima, o conexión terrestre, entre América y Asia, y, por lo tanto, si había, o no, contacto navegable entre el mar Frío, o sea Artico, y el océano Oriental, o sea Pacífico.

Es que Piotr Alexeievich tenía en su poder un mapa que nadie tenía. La ventaja de indultar a un exiliado en Siberia. Un mapa, compuesto por un Sueco condenado a destierro en Siberia - un tal Filip Tabbert - en base a informaciones recogidas a diestra y siniestra durante el destierro, y obsequiado al zar en agradecimiento por su misericordioso indulto; un mapa con un estrecho patente, de nombre Anian, indicando, en primicia, que las últimas regiones entonces todavía comúnmente ignotas de América y de Siberia, de hecho, no llegaban a tocarse en una continuidad terrestre sino que estaban separadas por dicho estrecho.

Piotr tenía el mapa del estrecho pero, muy naturalmente, quería también la evidencia física del estrecho. Decidió mandar una expedición exploratoria. Marítima.  Pero no dando vueltas por todos los mares, como se lo sugerían sus >>>>>>>>