extraños: una marca de pollos ... "Foca"; una marca de pan ... "Arena"; una entidad de salud pública, negando, en su propia denominación, subliminalmente, la salud que es su razón de ser, poniéndole un prefijo de negación ... "Insalud".
■■ Hablando de pan, nos maravillamos ante una aptitud de la panificación española. Una vez, compramos tres panes, de tres composiciones diferentes, como sigue, verbatim:
1) harina de trigo y centeno, avena, soja, calabaza, manzana seca, levadura, sal; de paso, se notará que falta la imprescindible agua;
2) harina de trigo integral y centeno, semilla de girasol, sésamo, linaza, copos de avena, agua, sal, levadura, ácido ascórbico;
3) harinas de trigo y centeno, malta, levadura, agua, sal.
La maravilla es que esos tres panes tuvieron todos el mismo impacto en la boca: la misma falta de sabor, la misma impresión de composición inerte calculada para rellenar, sin molestar u ofender con sabor alguno.
Es cierto que aquí mismo, en La Seu d'Urgell - que también vimos escrito Seo de Urgel - a diez pasos de donde estacionamos, encontramos pan de centeno, sin otro ingrediente, sabroso en vez de insulso, y vigorizante en vez de rellenante, pero es la consabida mini-excepción perdida en la macro-norma. A qué punto "mini", no lo soñábamos cuando agarramos ese pan: al día siguiente, cuando quisimos repetir el deleite, no más pan de centeno, si bien montones de pan lívido y vacío; y aprendimos con asombro que pan de centeno hay solamente en días de mercado y que, el día anterior, habíamos tenido, por casualidad, la suerte de tropezar con el día de mercado - y con el pan de centeno.
Claro, un mercado con la venerable fecha de nacimiento de 1029 se merece no menos que pan de centeno. Pero qué desilusión nos llevamos al enterarnos de por qué pan de centeno tiene más éxito en días de mercado. No porque, en días de mercado, la gente se vuelva de repente más consciente de su salud sino porque hay una clientela que viene sólo los días de mercado, y por ello prefiere el pan de centeno - no por algún interés en nutrición, sino por su más larga conservación hasta el próximo mercado.
Una calle en Seu d'Urgell: Carrer de la Palma
■■ Algo bastante ejemplar es el manejo de basuras, hasta en pequeñas aldeas. Ejemplo que una gloriosa metrópoli como Nueva York haría bien en emular, especialmente en lo relacionado con vidrio; y que países enteros, en América toda, harían bien en emular, en todo. En Nueva York, cuando se recoge el vidrio viejo, aventurarse por la calle por donde pasó el camión recogedor es arriesgar la vida misma de los cuatro neumáticos hasta que otros, inconscientes, hayan arriesgado despreocupadamente sus neumáticos y despedazado en materia granulada el vidrio roto dejado en la calzada; y de los basurales vandálicos en tantos sitios de Ibero américa, no nos podemos olvidar.