este tipo de distinción, un estadio de deportes, la fachada del estadio Santiago Bernabeú.
Cosa memorable II.
Las varias estatuas desparramadas en altos sitios por la ciudad; en realmente altos sitios; no en altos pedestales sino en la cima de altos edificios. Lo que es una lástima porque apenas se les percibe la silueta, mientras que cuando se las mira con prismáticos, como las miramos con prismáticos, se descubre muy interesantes esculturas, incluso composiciones escultóricas, que ciertamente tienen más vuelo artístico que el frío formalismo, por más perfeccionado que sea, de las estatuas romanas que vimos en Mérida. Quizás sea esta política de ubicación en las alturas una medida de protección contra el vandalismo. No, bueno, esto fue una idea falta de reflexión, condicionada por tanto vandalismo de monumentos que vimos en ciertas partes. No vimos vandalismo en Madrid. Entonces, ¿por qué tan fuera de alcance y de apreciación, esas estatuas?
Cosa memorable III.
La cantidad de apuestos policías; ya sea dirigiendo el tráfico, o simplemente observando, o yendo a alguna parte. Como florcitas en una pradera primaveral.
Cosa memorable IV.
La cantidad de camiones y grúas de remolque apostados a la espera de llevar y/o remolcar vehículos en dificultad, no sabemos si mecánica o legal. Lo que, evidentemente, entraña que hay una alta incidencia de vehículos en dificultad, mecánica o legal.
Cosa no memorable, pero difícil de olvidar porque nuestros ojos y nuestras narices se encargan de recalcárnoslo, segundo tras segundo: contaminación del aire como no vimos en las cuatro otras capitales europeas vistas hasta ahora.
Pueblo de Alcalá de Henares. Al Kalat, de los Arabes.
Aquí se celebró la primera entrevista entre Soberanos y Nauta.
Recobrado de los Musulmanes en 1088; lo que, puesto en paralelo con la caída de Granada en 1492, ilustra lo fenomenalmente largo y paciente de la Reconquista.
Viendo el entorno de la ciudad, entorno de tanta aridez física, y deprimente, es llamativo que haya habido aquí presencia y actividad real; y sin embargo, hubo aquí, también, tanto florecimiento intelectual que aquí estudiaron Lope de Vega, Tirzo de Molina, Calderón de la Barca, y aquí nació Cervantes. A no ser que - como ya vimos en otros sitios - donde hoy hay aridez, entonces había benignidad.
Pero, cuidado, turistas candorosos, la Casa de Cervantes no es la casa de Cervantes, es la reconstrucción de una vivienda ambientada al estilo castellano del siglo XVI.