- Todos los huecos, hondos y superficiales, tienen agua; se supone que de lluvia; en varias proporciones de sus volúmenes; y - por la diferencia de color entre el interior de los huecos y la faz de la roca - se supone que más o menos permanentemente.
- Se ve una roca con una complejidad de recortes tal que debe de ser la fundación de otra cosa, ahora desaparecida.
- Se ve inscripciones; cinco vimos; inscripciones severamente borradas por los siglos pero indudablemente no garabateadas en la manera rupestre habitual sino formales, sobre fondo aplanado de la roca a manera de placa, con el texto bien centrado, y con un surco superior como adorno.
Tres de estas inscripciones están relacionadas con huecos respectivos. Incidentalmente, uno de esos huecos no es paralelepipédico sino cilíndrico, el único cilindro en todo el sitio.
- Se ve, también grabadas en las rocas, dos o tres cruces, una, innegablemente cristiana.
* ¿Qué explicaciones se oye?
En el orden en el cual las escuchamos.
- Es un santuario keltibérico dedicado al dios Serapis, de origen oriental.
- Es un almacén para víveres de los Moros.
- Es un santuario romano dedicado al culto de Serapis, de origen greco-egipcio; culto traído por legionarios romanos, anteriormente estacionados en el territorio de la Hungría de hoy donde habían adoptado la divinidad greco-egipcia, y luego trasladados a esta Lusitania, donde, al mismo tiempo y por el mismo apego a lo conocido, guardaron el nombre del sitio centro-europeo, Pananóias, con sólo un leve esfumado en Panóias. En el siglo II o III d.C.
Además, dos de las inscripciones pudieron ser descifradas; son en latín; y dicen que sus respectivos paralelepípedo y cilindro son braseros para quemar entrañas de los sacrificios. Una tercera placa, no del todo borrada, cerca de su hoyo, es indescifrable porque parece una mezcla de letras romanas y griegas.
* ¿Con qué impresiones nos quedamos?
- Este sitio, en esencia, es de aspecto completamente idéntico a Samaipata salvo que en Bolivia, por una parte, los huecos tallados en los afloramientos rocosos no tienen formas geométricas sino varias, según las conformaciones de las rocas, y no tienen dispositivos para posibles tapas y rejillas, y, por otra parte, los surcos de desagüe final son, mucho más rectos en dirección y a la vez elaborados en sus fondos, en vez de lisos.