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quizás el anhelo, de encontrar algo, en la arqueología arquitectural o ingenieril no megalítica europea, que, como tantas veces nos ocurrió en América, más que interesar, cautive la mirada, los sesos.

En Augusta Emérita, esta idea acaba de hacerse realidad.

Al lado de un teatro al aire libre, en hemiciclo, para 6.000 espectadores; de un anfiteatro al aire libre, en elipsoide, para 14.000 personas; de un hipódromo - si es la palabra correcta para un dromo para carreras de bigas y cuadrigas; de un sólido puente transfluvial de casi 800 metros de largo; todo cuanto interesa sólo por su volumen; nos encontramos, por fin, con motivos de admiración, de maravillamiento, con vigor, fervor, esfuerzo transcendental, atrevimiento técnico: ello, en una expresiva columnata doble, de planta baja y piso alto, con columnas tan nobles de porte y de material, que no es extraño que Abd al-Rahman II se haya llevado algunas para su mezquita en Córdoba, y que es extraño que no se haya llevado más; y en un acueducto de tan atrevida altura y esbeltez que sólo pensar en la construcción del andamiaje y en el alzamiento de los pesados bloques es tema de asombro.


      
                  Las columnas                                                                  El acueducto


¡Qué bajito, en comparación, este otro acueducto, al entrar a Extremadura!

Hicimos muy bien en volver. Ahora, conocemos restos arqueológicos arquitecturales cautivantes de ambos lados del océano Atlántico.

Y ahora, hacia lo que hubiese sido nuestra meta, de no habernos mandado nuestro arrepentimiento de vuelta a Augusta Emérita; hacia Cáceres, otro topónimo asociado con la aventura americana.

En camino.

Todavía no digerimos los 6.000 espectadores del teatro y los 14.000 espectadores del anfiteatro. ¿Cuánta población había en la ciudad y alrededores para colmar semejante capacidad de teatro, que sea simple o anfi? A no ser que, en aquel entonces, actos teatrales o cirquenses eran de comparecencia obligatoria. ¿Qué sistema de amplificación utilizaban para hacerse escuchar?

Nuestra exclusión de lo megalítico en nuestro deseo de encontrar, por fin, arqueología arquitectural europea cautivante es que lo megalítico verdadero, tal como tuvimos el privilegio de admirarlo en varios sitios europeos, ya tiene, por su esencia misma, el vigor, el fervor, la convicción, el esfuerzo, a veces transcendental, que cautivan.

++>  Cáceres.

Si bien Cáceres existía ya en tiempos romanos (desde 34 a.C., fecha de su fundación, por decreto imperial), y también en tiempos árabes, la Cáceres llamada "antigua" que se ve hoy es el directo resultado de la invasión y del saqueo de América, en otras palabras, del influjo de riquezas; e incluso, curiosamente, no sólo de riquezas sino también de apellidos; traídas y traídos desde allende el Atlántico por la casta aristocrática local.