Mientras cenábamos, escuchamos lo más inesperado, por alguien mirando nuestro mapa en el costado del vehículo, hablando a sus compañeros; como les leía los varios topónimos, también les leyó Sanct Peterburg que, sin embargo, tenemos escrito en cirílico. Nos quedamos bien sorprendidos. Le hablamos. No es un Ruso o Búlgaro, ni alguno de los Eslavos del Sur, es un Español, médico semi-retirado, estudiando ruso. Ahí está la clave del asombro.
Mientras tanto, la presencia de cigüeñas en el aire de la plaza es ininterrumpida. Insólito es, por lo menos para nosotros, pájaros tan extensos, tan integrados en la vida urbana.
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Sí, pero, esta mañana, se nos insinuó una corrosiva duda, la duda de si quizás no desperdiciamos una oportunidad de extender significativamente nuestra perspectiva de la arqueología romana y, por ende, de la arqueología americana.
Resulta que, el otro día, en camino desde Jerez de los Caballeros a Medellín, pasamos por Mérida, sabiendo muy bien que hay ruinas romanas, pero decidimos que ya habíamos visto bastante de éstas, felizmente en orden de interés creciente como si hubiese sido planificado - incluyendo el núcleo urbano y los mosaicos de Conimbriga, el peristilo de Évora, y el gran anfiteatro y los mosaicos de Itálica - y decidimos que, siendo este tema para nosotros no principal sino ancilario, no le daríamos más tiempo y energía; y seguimos de largo.
Pero, esta mañana, nos está carcomiendo la duda: ¿no nos perdimos una oportunidad de enriquecernos? - ¿no tendríamos que regresar antes de alejarnos demasiado y definitivamente? Después de todo, los kilómetros que recorrimos en estos últimos días no fueron de alejamiento en línea recta sino de zigzagueos, y, en línea recta, no estamos tan lejos de Mérida. ¿Volver, no volver?
Volver.
Mérida. Mejor dicho Augusta Emérita, nombre de la ciudad romana de la cual quedan las ruinas, y del cual deriva el nombre de la ciudad de hoy.
Se cumplió una idea nuestra, quizás un deseo, hasta un anhelo; idea que se nos cristalizó cuando, yendo de ruina romana en ruina romana como exponente de arqueología arquitectural no megalítica europea a considerar en paralelo con ruinas arqueológicas americanas, repetidamente, siempre, tropezamos, aun en lugares de interés como Conimbriga y Évora, con sitios sin vigor ni fervor ni convicción expresiva, ni esfuerzo transcendental ni en imaginación ni en atrevimiento técnico ni en radiación artística; se cumplió la idea, el deseo, >>>>>>>>