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Esta pila, las dos actas de bautismo y el lindo valle serrano son lo único físico reconocible que queda de aquella época. Todo lo demás, iglesia, monasterio, plazoleta, fue tan modificado que ni Cristóbal, ni Isabel, ni Fernando, lo reconocería.

Particularmente, el monasterio y la iglesia, en los siglos pos-Colón-Isabel, se habían dilapidado en ruina tal que nadie, ninguna orden religiosa, quería tomar la responsabilidad; hasta que los Franciscanos se animaron. El monasterio, hoy, parece cualquier cosa menos un monasterio, más bien un híbrido de castillo de cuento de hada y de fuerte. La iglesia, por dentro, sui géneris: el recinto público frente al altar está reducido a sólo la mitad del largo de la bóveda, la que se extiende misteriosamente hacia atrás por partes inaccesibles e invisibles desde el recinto público.

Aquí vamos a pernoctar. Hay una misteriosa boca de callejuela que sale de la plazoleta.  Esto, lo vamos a investigar mañana.

De noche, cambia la actividad en la plazoleta.

Idos los turistas pelados de su dinero por los vendedores de chucherías, aparecieron dos muchachos afanándose en pelar a los turistas de otro dinero - de las monedas que los turistas habían estado tirando de día al agua de la fontana. Es realmente notable la aptitud de esos dos muchachos. De una profundidad de quizás un metro, con no más luz ambiental que la de los candelabros, y total oscuridad en el fondo del agua, con un palo provisto de una lengueta, con certera exactitud, pescan moneda tras moneda. Lo que hacen sería tema para una mesa redonda. Pero hay que reconocerles el empeño, la eficacia, el arte.

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En el amanecer, escuchamos detrás de nosotros alguien salir de una casa y hablar con alguien. Dándonos vuelta, vimos un vecino hablando a su burro; ambos habían salido de la misma casa por la misma puerta. Le armó los arreos, el vecino al burro, siempre hablándole, lo montó y lo llevó a llenarse de combustible - voluminosos, largos tragos de agua de una pequeña fontana cercana.

Investigada la boca de callejuela. La "boca de callejuela" es no menos que la antigua terminal, de acceso a la plazoleta, de la carretera desde Sevilla. Hasta hoy, el arco que marca la entrada a la plazoleta se llama "de Sevilla". Así que, a la iglesia y al monasterio de Guadalupe, hay que agregar la villa de Guadalupe. Lo más medieval, apretado, íntimo, que vimos hasta ahora. Y forrado de centenares de macetas rebozantes de flores.



                      
                      Las callejuelas y las flores

A Guadalupe, eventualmente, otros invasores vinieron a pedir protección, antes, y a dar las gracias, después, de sus fechorías; en Guadalupe, >>>>>>>>>>>>>>>>