<> salvo que las masas que hay que dejar levantar se dejan descansar no en el borde de una cocina o de una mesa sino en una gran cámara con temperatura y humedad controladas - vimos por lo menos dos docenas de los recipientes de 700 kilogramos descansando al mismo tiempo en dicha cámara;
<> salvo que cada horno, de los cuales hay seis, tiene un largo de 90 metros, por donde las galletas pasan lentamente sobre cintas transportadoras, sin parar, entre hornallas de gas, por encima y por debajo, por siete zonas diferentes, cada una, con un nivel diferente de calor;
<> salvo que hay maquinarias de las cuales ni se soñaría en una cocina casera, como ser la máquina que extiende automáticamente la hoja de masa de donde se recortará luego las galletas, a velocidad vertiginosa, por medio de un rollo giratorio; o como ser la máquina que luego separa las galletas redondas de los restos de la hoja de masa sobrando entre las galletas, mandando estos restos a ser re-amasados nuevamente, para pasar nuevamente por el rollo cortador de galletas; o como ser la máquina que pone el relleno entre las dos capas de las galletas dobles, siempre a velocidad vertiginosa - incidentalmente, esta máquina tiene tres rollos, uno, para acarrear la parte de abajo de la galleta doble, uno, para colocar el relleno en esta parte inferior de la galleta, y el tercero, para acarrear, y combinar con la capa ya con relleno, la capa superior de la galleta doble;
<> salvo el sistema de cambiar las galletas de una posición horizontal a una posición vertical - ¿cómo se hace eso? simplemente por una sucesión de cintas transportadoras sin fin, cada una más lenta que la anterior, de manera que las galletas que, en la primera cinta transportadora, viajaban acostadas y separadas, cuando pasan a la cinta siguiente, con velocidad un poco más lenta, no tienen otro recurso que amontonarse e ir levantándose una a la otra un poco; y luego, pasando a otra cinta, de movimiento todavía más lento, no tienen otro remedio que apretarse todavía más una contra la otra e ir levantándose mutuamente; hasta que, en otra cinta más, más lenta todavía, se encontrarán totalmente apretadas y levantadas verticalmente, listas para ser empaquetadas.
Las máquinas de envasamiento también son toda una obra de ingeniosidad, pero, en esencia, no diferentes de las que vimos en otras fábricas.
(*) En la fábrica de camisas, tampoco pasan cosas muy diferentes de lo que pasa en una habitación de costura casera;
# salvo que se corta las telas no de a una sino por encimadas de 20, 30, 40, capas, según el espesor del tejido, por medio, para ciertas piezas de las camisas, de una máquina cortadora de cuchilla vertical, y por medio, para otras piezas, de más precisión, como ser el cuello, los puños, de un troquel en una prensa de varias toneladas de fuerza;