Pasando por la ciudad moderna de Granada hacia la Alhambra.
Tres casos en la Gran Vía de Colón (una de las avenidas céntricas, se entiende).
.) El ex-convento de Santa Paula, con su planta baja reducida a negocios y casas de comida de barrio, y la planta alta, en sucio abandono y con preocupante futuro.
.) Una casa de seis o siete pisos, de rasgos convolutos, en el noble color gris que sólo ancianidad depara, que se merecería un comentario en un libro de arquitectura, ahora crecida de dos crudos pisos en ladrillos sin revocar, pisos de los más chatos, chillones, ofensivos, que el mal gusto pudo inventar.
La única esperanza es que de la vereda no se vea tanto
.) Un grupo escultórico, bastante sui géneris, de Isabel y Cristóbal, ella, sentada en su trono, apropiadamente en posición algo elevada, y él, parado, apropiadamente en posición algo rebajada ... pero ¿por qué alguien tuvo la falta de estética, de tino - y por qué la municipalidad tuvo la falta de estética y de tino de no prohibirlo - de revestir el edificio detrás de la estatua con cristales reflejantes exactamente del mismo color que la estatua, obliterando ésta por completo. Ambientes urbanos modernos son siempre enemigos de estatuas, mas esto, hay que verlo para concebirlo.
En Granada, tenemos otro encuentro con los Reyes Católicos; ahora sosegado, sereno, pasadas las históricas gestas y tempestades de la vida. Descansan en su sepulcro de la Capilla Real.
Pero es a la Alhambra que vamos.
Subiendo por la carretera de acceso, bastante empinada; vamos notando, en las laderas de la sierra, agujeros, orificios que de inmediato llaman nuestra atención porque obviamente no son naturales, o, si son naturales, fueron acomodados, adaptados, para algún uso humano. Pero eso, lo veremos a la bajada.
La Alhambra.
De no creerlo. Increíble. Nunca vimos cosa semejante. Ni en Chichén Itzá, ni en Teotihuacan, ni en Palenque, ni - bueno, nunca. En el final de la carretera de acceso - y todavía no sabemos dónde está la Alhambra - un estacionamiento exclusivo para camiones de turistas; y atestado, repleto, invadido por camiones de turistas. Y flechas directrices para otros estacionamientos, para coches particulares. Por lo menos tres, y probablemente más, estacionamientos para coches particulares. No. Increíble. Hay que sacar la cuenta de los autobuses.
Treinta y tres autobuses. Treinta y tres. Lo que impone otra cuenta. Cincuenta y seis personas por camión. 56 x 33 = 1.848. Hay, en este momento, 1.848 (¡mil ochocientos cuarenta y ocho!) turistas en la Alhambra.