durante dos horas a la camarera, en la presencia, y sin ninguna reacción por parte, del público presente.
Subsecuentemente, hubo manifestaciones callejeras contra la pasividad del público que, durante dos horas, permitió tales desmanes, porque, según los manifestantes, la actitud del público fue todavía más reprensible que los actos de los cuatro malvados.
Pero a nosotros nos parece que la culpa la tiene el gobierno, porque no se puede ir aplastando al público por todos los lados para que piense, sienta y actúe como una manada de corderitos, y luego pedirle que, en un instante, de repente, cambie de personalidad y esté listo psicológicamente para enfrentar con violencia una situación que la exige; máxime cuando se trata solamente del pellejo de otro, y cuando el público está condicionado a no defenderse ni siquiera a sí mismo.
De todos modos, hemos llegado, mientras tanto, a Portland para nuestra primera visita del día, una fábrica de galletas.
Estamos acomodados otra vez, para la noche, en el mismo sitio donde ya pasamos la última y la penúltima noches, en un lindo, pequeño, íntimo, parquecito municipal, dominando las aguas del río Columbia.
El día de hoy pasó corriendo, por la cantidad de sitios que visitamos: primero, se juntaron, por pura casualidad en el mismo día, dos actividades tradicionalmente caseras, coser y cocer, pero, en este caso, a escala industrial, en la fábrica de galletas y en una fábrica de camisas de lana para hombres; y luego, visitamos el criadero de salmones anexo a la represa.
(*) En la fábrica de galletas, no pasa nada muy diferente de lo que pasaría en una cocina casera;
<> salvo que la producción mensual es de aproximadamente 4.000 toneladas de galletas de varios tipos;
<> salvo que las materias primas compradas mensualmente son más o menos como sigue:
2.500 toneladas de harina,
600 toneladas de azúcar,
300 toneladas de grasas,
14 toneladas de miel,
12 toneladas de melazas,
9 toneladas de queso, y
2 toneladas de huevos;
<> salvo que le agregan toda clase de productos que hacen las galletas inaptas para el consumo humano o animal;
<> salvo que las masas se trabajan en recipientes de 700 kilogramos de capacidad;