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Vamos notando una cosa bien curiosa: viajando aguas arriba, pues, el valle del Columbia se va ensanchando: mientras que, esta mañana, cuando empezamos a la altura de Hood River, las aguas estaban apretadas entre empinadísimas laderas terminando casi directamente en el agua, y que luego hubo más espacio entre el agua y las laderas, ahora, el valle se va ensanchando todavía más; hay todavía más espacio llano entre las aguas y las primeras pendientes; la carretera y el ferrocarril ya no corren apretados lado a lado; hasta se ve, a veces, unos pequeños campitos; y las laderas ya no van en una sola caída sino estirándose en plataformas cada vez más en receso; de manera que el valle, que, al principio, era de montaña, y luego, en forma de U, ahora tiende a presentarse en forma de V cada vez más abierta. Por el ensanche, parecería que estamos bajando hacia el mar, mientras que sabemos muy bien que nos estamos alejando del mar, una contradicción bien curiosa.

Hemos llegado a la réplica de Stonehenge.



La réplica

No se trata de una réplica de Stonehenge en su estado arqueológico presente, sino de Stonehenge en su putativo estado original; o sea, es la réplica de una soñada restauración, con todos los supuestos detalles originales del sitio: con un círculo exterior de 30 megamonolitos parados, unidos en su parte superior por una corona de dinteles; un círculo interior de 30 menhires; seguido, siempre en dirección centrípeda, por 5 arcos colocados en plano de herradura; seguidos, siempre en dirección centrípeda, por 15 menhires menores, también colocados en plano de herradura, o mejor dicho de óvalo incompleto; con, a un costado del espacio central, un altar o algo que podría ser un altar; y, finalmente, a cierta distancia fuera de esta estructura circular global, un monolito solitario, del lado opuesto al lado del altar.

Sospechamos que las ruinas del original son más elegantes que esta versión restaurada, de la misma manera que sospechamos que el coliseo romano en ruinas de hoy tiene una forma más elegante que el coliseo en su forma entera original, y que la Venus de Milo sin sus brazos es probablemente mucho más única y elegante que si tuviera sus brazos. Pero, por lo menos, nos empapamos de la estructura, de las proporciones exactas, del original - creemos.

Estamos volviendo ahora, por el mismo camino a lo largo del Columbia, a nuestro punto de partida. Tenemos la oportunidad de hacer otras observaciones.

Las laderas del valle del río, cualquier forma que presenten, ofrecen el contraste poco común y bastante atractivo de una faz implacablemente rocosa, y sin embargo siempre cubierta por un fino vello verdoso salvo en las partes totalmente verticales, las que son roca y nada más que roca.

Hay que tener presente que el río, tal como se ve hoy, no es el río Columbia natural; es más bien una sucesión de lagos, alargados y plácidos, cada uno detrás de su represa a través del lecho de lo que, alguna vez, era un río de >>>>>>>>