26- Llegado a Santo Domingo, Alonso de Ojeda se entera de que su socio Enciso había partido ya hacía mucho, con cargamento completo, y que, desde entonces, nada se había sabido. Lo que ocurrió con Enciso se verá luego (70). Y se entera de que le es imposible conseguir nuevo respaldo para su San Sebastián en desesperación.
27- Para peor, mientras Ojeda hacía sus infructuosas diligencias, el Almirante Diego Colón trajo a justicia la banda de Talavera. Y Ojeda tuvo que declarar como testigo. Por venganza, compinches de la banda de Talavera lo quisieron asesinar. Ojeda logró defenderse y escapar.
28- Y es lo último que se sabe del esperanzado Gobernador Alonso de Ojeda; en ésta, no su primera empresa de novicio sino tercera aventura transatlántica. (Había sido nada menos que lugarteniente en el viaje II de Colón y comandante en el viaje I de Vespucci.)
29- Mientras tanto, Diego de Nicuesa, por su parte, tenía sus desventuras propias.
30- Después de su caballerosidad para con su ex-rival, Alonso de Ojeda, y de su barbarismo para con los paraborígenes en Cartagena defendiéndose de las depredaciones de los invasores, Diego de Nicuesa emprendió viaje hacia su propia merced real, costeando el litoral.
31- Después de cierta noche de tormenta, al clarear descubrió que todos los demás navíos de su flotilla habían desaparecido. Temió que les hubiese ocurrido una desgracia en la tormenta; y emprendió su búsqueda; y llegó a un caudaloso río donde echó el ancla.
32- Pero antes de que Nicuesa se diera cuenta, el agua le había fallado debajo de su carabela: el abundante agua del río, cuando Nicuesa había llegado, había sido no la normal sino el exceso de la tormenta de la noche. Y ahora, la carabela estaba varada, acostada, y siendo despedazada por la violencia de la correntada.
33- Para salvar la tripulación, un marinero quiso alcanzar la ribera con una soga pero fue arrastrado. Otro marinero logró llegar y ató la soga, como pasamano, a un árbol. Nicuesa y el resto de la tripulación se salvaron.
34- Así se encontró Diego de Nicuesa, sin sus demás navíos, desaparecidos, sin su carabela propia, destrozada, sin provisiones, sin armas, casi desnudo, sólo con el barco de remos de la carabela, que, por feliz accidente, las aguas habían lanzado a tierra.
35- Se decidió seguir a pie, por la costa hacia el oeste; con el barquito, manejado por cuatro hombres, costeando por agua, y utilizado para cruzar las desembocaduras de ríos a manera de transbordador.
36- Así se hizo; en condiciones terribles - de terreno, por la topografía, las rocas, las plantas; de comida, con sólo raíces y moluscos crudos; y con el >>>>>>>>