■♦■ No todo en la Gran Aventura es las grandes gestas de los descubrimientos coronados y consagrados por los resultados logrados; la Gran Aventura más bien es la completa - y compleja - telaraña de todos los descubrimientos entrecortándose, encadenándose, incluyendo las gestas no menos grandes que las grandes conocidas pero aparentemente malditas en sus resultados por dónde se las mire, a pesar del gran arrojo evidenciado y de los grandes crímenes cometidos en pos de sus propósitos por sus actuantes.
Una tal gesta centelleante de arrojo, maculada de crímenes, y maldita en sus resultados, es la siguiente.
1(de 90)- Todo empezó cuando, en base a recurrentes indicios de grandes riquezas en oro a lo largo de la costa extendiéndose hacia ambos lados desde el golfo del Darién como centro, el rey Fernando tomó la determinación de implantar una colonia de saqueo.
Buscando un candidato apto para semejante empresa, Don Fernando encontró no uno sino dos; ambos tan igualmente idóneos, si bien por diferentes razones, que decidió dividir el territorio y la empresa entre los dos. Sus nombres, dos de nuestros malditos, entre muchos otros malditos: Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa.
2- Y el rey trazó una línea demarcatoria, perpendicular a la costa del fondo del golfo de Uravá (que así se escribía entonces el nombre). Y el rey asignó la parte oriental, conocida como Nueva Andalucía, hasta el cabo de La Vela, a Ojeda; y asignó la parte occidental, conocida como Veragua, hasta el cabo Gracias a Dios, a Nicuesa.