por los siglos de los siglos por venir hasta que, de dos cosas una: una legislación desaloje el pueblo actual y permita investigaciones arqueológicas, o el pueblo actual, a su vez, se vuelva una ruina de muerte natural y los arqueólogos tengan la bonanza de un sitio de doble ocupación sucesiva; siendo este último supuesto el más probable.
De todos modos, de lo que vimos, surgen dos tipos de interés. El interés de restos arqueológicos; y el interés de etapas de revelación de los restos arqueológicos; ambos intereses vistos lado a lado.
■ En el renglón de restos arqueológicos, salvo tres vívidas excepciones, bien magro, casi fantasmal, hasta lastimoso, es lo ofrecido por las muchas hectáreas. Empero, de las tres excepciones, dos pueden competir en interés con sitios arqueológicos americanos - las dos primeras cosas arqueológicas, entre las que vimos hasta ahora en Europa, que se pueden ufanar de poder hacerlo.
>- Una excepción es el anfiteatro, en realidad entre los mayores del imperio romano, si no el mayor después del Coliseo de Roma, un óvalo de 160 metros por 137 metros, para 25.000 a 30.000 espectadores, con una maraña de dependencias debajo de las gradas.
Ciertas partes de esta ruina instantáneamente desataron en nosotros el recuerdo de aquellas formaciones enigmáticas en Sete Cidades, suficientemente compactas por dentro para ser declaradas geológicas por geólogos, y suficientemente estructuradas en su superficie para ser declaradas macizas ruinas recocidas por las intemperies de milenios, por aquellos que no tienen miedo de ser heterodoxos.
De paso, aprendimos que ya habíamos visto, sin saberlo, piedras de este anfiteatro cuando mirábamos la parte del campanario de la catedral de Sevilla que había sido el alminar, preservado, de la mesquita, arrasada, de Sevilla - porque así como los Españoles en América no encontraron mejor cantera para sus edificios que los edificios de sus predecesores, los Arabes no encontraron mejor cantera para partes de su mesquita en Sevilla que partes de este edificio de sus predecesores.
El campanario de la catedral, o sea la famosa "Giralda"
>- Otra excepción es la red de ... cloacas; bien profundas, anchas, abovedadas debajo de tierra. Simplemente asombroso. Nunca vimos semejante servicio público en las ruinas americanas.
Y ya que cosa que se va, tiene, primero, que venir, había un servicio público de abasto de agua como tampoco vimos en ruinas americanas, pero vimos aquí; por cañerías de plomo enterradas, a los edificios principales y a fuentes públicas; cañerías surtidas por una cisterna bajo tierra abovedada; cisterna, a su vez, surtida por un acueducto de unos 35 kilómetros; y esta cisterna de la Urbs Nova, ahora recondicionada ... está todavía en uso, hoy, para el pueblo de Santiponce encima de la Urbs Vetus.