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cultores de los viajes keltibéricos a Nueva Inglaterra en aquella época - pero, por lo menos, deja la posibilidad abierta.

Por otra parte, tuvimos la oportunidad de ver objetos tartésicos en el Museo de Arqueología; de cerámica, y de oro.

Los objetos, mejor dicho fragmentos, de cerámica - más bien barro cocido - nos parecieron bien prosaicos y primitivos, viniendo de una cultura tan compleja como parece haber sido la tartesina.

Los objetos de oro, en contraste, tienen indudable inspiración. Tres de ellos, un collar y dos brazaletes, tienen elegancia y, por su tamaño, no escatiman en el oro utilizado. Los demás, o sea la mayoría, son simples rectángulos, todos de mismo tamaño, con la faz densamente cubierta de hileras de pastillas de varias conformaciones, de propósito no muy obvio. La particularidad de estos objetos de orfebrería es que están compuestos de dos láminas encimadas, una, interior o inferior, llana, en función de soporte, y la otra, externa, llevando los motivos. Ello, en contraste con la orfebrería precolonense en el territorio de la Colombia de hoy, según vimos en Bogotá, que, cuando laminar, era de una sola lámina.

Ciertamente es imposible establecer una comparación general entre las orfebrerías tartésica y precolonense colombiana en base a lo que vimos aquí y allá, siendo que, aquí, vimos tan pocas piezas, y todas, de un solo sitio, y por lo tanto inevitablemente con poca variedad, y que, allá, vimos tantas piezas de tanta variedad de sitios, culturas y épocas. Pero, estas piezas tartésicas se verían muy bien entre piezas de orfebrería precolonense colombiana.

* Y finalmente, no pudimos evitar ampliar aún más nuestros horizontes, más allá de nuestros propósitos, por el solo hecho de estar en Sevilla.

» Sevilla dio al mundo Diego Velázquez, Bartolomé Murillo; Don Quixote de la Mancha, nacido en cárcel, donde, a la sazón, residía Miguel de Cervantes.

» Sevilla dio a la lengua castellana - aquel antiguo dialecto mozárabe de Toledo - Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática del idioma.

» ¿Habremos visto sin saberlo, entre los muchos apuestos Sevillanos, al famoso Barbero? ¿Habremos visto sin saberlo, entre las muchas chispeantes Sevillanas, una reincarnación de Carmen?

* Y ahora, anotaciones varias.

Tuvimos - sufrimos - otro problema con callejuelas angostas. La trampa es que, después de decenas de metros, y hasta más de cien metros, de calles estrechas pero pasables, aparece una calle estrecha e impasable - con la imposibilidad de regresar en marcha atrás todas estas decenas de metros, si no por otra razón, por la razón de la acumulación de coches tamaño pulga atrás.