Volviendo al tema, lamentablemente con sólo diez por ciento de este prodigioso material puesto en ordenel, en procesadora - o algo parecido, mas, categóricamente no en computadora.
Pero un ordenel casi mágico. No simplemente de información; sino que muestra el documento donde se puede comprobar la información. Además, si se le pide, puede hacer resaltar, mejor que en el original, letras o textos enteros poco legibles, puede amplificar detalles de documentos, puede incluso presentar un documento manchado sin la mancha.
Ahora que, para ser admitido a investigar, hay que ser investigador auténtico porque la sala de investigaciones es pequeña y no alcanza: tiene "solamente" setenta sitios de trabajo, y habitualmente estos setenta sitios están todos ocupados, y a veces hay investigadores en lista de espera hasta que se desocupe un sitio, para poder hacer su propio estudio.
Millares de investigadores por año, por favor, de muchos rincones del globo. Tantos siglos después de los acontecimientos.
Bastante increíble.
Otra fuente de información primaria en Sevilla es la Biblioteca de Colón. Por su esencia misma, es una miniatura, comparada con el Archivo ya que está centrada en la perspectiva que tenía el Almirante de los acontecimientos en su rededor y tiempo, tanto aquellos que lo impactaban como aquellos que él impactaba o creaba. Con todo, natural sería que tuviese perlitas de información no existentes en el Archivo. Desafortunadamente, según nos enteramos, su contenido, en comparación con sus tenencias originales, está muy decaído.
En Sevilla hay, a orilla del Guadalquivir, una Torre de Oro; mejor denominación sería Torre Dorada; y mejor denominación aún sería Torre ex-Dorada - ya que la relación con la noción de oro es que, al parecer, antiguamente estaba cubierta de azulejos color oro. Es torre árabe, de 1220.
Pero lo interesante para nosotros es que nos hace acordar de las fortificaciones de Cartagena - de las Indias, hay que especificar, por la otra Cartagena, aquí en España. La relación está en una cadena. La cadena que los Españoles habían tendido, en Cartagena de Colombia, como parte de sus tremendas fortificaciones, de fortín a fortín, de orilla a orilla, a través de la entrada desde el mar a la bahía de la fortaleza, como protección contra barcos indeseados. Esa cadena tenía, ahora nos enteramos, un congénere aquí, en Sevilla, en una cadena tendida a través del Guadalquivir, de esta torre a otra torre, de esta orilla a la otra orilla, igualmente como protección contra navegación indeseada de navíos. La otra torre ya no existe.
* Ampliando nuestros horizontes más aún, se nos ocurrió que, en Sevilla, >>>>>>>>