Y en Huelva, justo del otro lado del río, no sabíamos cuando pasamos por allá, camino a Palos, pero ahora sabemos, hay otro de los numerosos sitios adonde Colón fue a cumplir una promesa solemne hecha en peligro extremo, el santuario de Nuestra Señora de la Cinta. Esta promesa y este cumplimiento también están vinculados con el regreso I.
Lo particular de esta promesa es que no fue personal de Colón sino colectiva de toda la tripulación con la estipulación de que el cumplimiento sería a cargo de uno solamente por todos, designado echando suertes; y le recayó la suerte al Almirante.
¡Oh! Ya vimos bastante cámaras megalíticas, pero he aquí una y no podemos resistir. Veamos.
Visto. Y muy bien hicimos viéndola. No realmente una cámara megalítica; más bien un pasadizo megalítico con un leve aumento de anchura y altura en su tercio final, empezando con una falta de altura que obliga a entrar doblado. Pero con, cantidad de grabados, variedad de temas, y variedad y calidad de ejecución, mayores que en la totalidad de megalitos que vimos hasta ahora en Europa.
Empezando con lo más cautivante. No; empezando con lo demás, que ya es bastante interesante.
♦ Una cara, casi, si no completamente, tamaño natural, de factura realista y franca, con larguísimos bigotes hacia abajo a la estereotipada manera de los Keltas antiguos.
♦ En altorrelieve, el dorso de un cuerpo humano, desde los pies hasta los omóplatos, con una linda delineación volumétrica de las piernas, las posaderas, la espalda; con la probabilidad de que, alguna vez, el altorrelieve incluía los hombros y quizás la cabeza porque la espalda, como está, termina exactamente por una fractura en la piedra.
El altorrelieve
♦ Varios ejemplares de un triángulo isósceles, con un corte perpendicular saliendo de la mitad de su base; cuya interpretación dejamos a los expertos.
♦ Una figurita sin otro detalle, como una muñeca, que un arqueólogo no podría resistir interpretar como una diosa.
♦ Unas líneas ondulantes en armonía unas con las otras, cuya interpretación dejamos a los expertos.
♦ Una figura humana en suave relieve, con el cuerpo sin mayor interés pero con la cara, una maravilla de miniatura, aprovechando acaso ciertas rugosidades de la superficie de la piedra para los ojos, la nariz, la boca, las mejillas, el cabello corto y encrespado.
Pasando a lo cautivante.