servicio de una corona extranjera, en su punto de salida, en 1492, así como encontramos a Caboto en Bristol, en 1497, y a Verrazano en Dieppe y Brest, en 1524.
Naturalmente, durante nuestra estadía aquí, el mundo no dejó de revolver. Lo que incluyó Semana Santa.
Semana Santa que suena mucho - por lo que pudimos escuchar por radio, y pudimos escucharlo horas y horas y horas (porque todo, incluso los deportes, créase o no, cedió el paso a los reportajes en directo de las procesiones de los cuarenta rincones de España) - Semana Santa que suena mucho como carnaval tal como lo presenciamos y escuchamos en Bolivia.
Semana Santa que da trágica ilustración de la locura suicida - y asesina, pensándolo bien - de tantos conductores. Noticias radiofónicas el lunes siguiente, por la mañana: saldo provisorio de Semana Santa en carreteras - 123 muertos, 88 heridos graves, 66 heridos menos que graves. Este saldo, actualizado un día o dos más tarde: más de 150 muertos. Y todos tienen la culpa. Los conductores que se pegan a la cola del conductor delante tienen la culpa; los conductores que dejan otros conductores pegárseles a la cola sin remediar la insensatez, como lo hacemos nosotros, tienen la culpa; los propios pasajeros que aceptan viajar con semejantes idiotas y no exigen que manejen sensatamente tienen la culpa.
Por eso fue tan oportuno para nosotros concentrarnos en La Rábida y Palos - Santa María de La Rábida y Palos de la Frontera, para refrescar nombres tan históricos - mientras los locos se mataban, y mataban a los demás, en las carreteras.
Nos vamos a tomar un día, o tal vez dos, para deshacernos de un montón de tareas varias descuidadas; y luego, hacia nuevos horizontes de importancia americana en Europa, de momento, Iberia.
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Hacia Sevilla.
Apenas salidos de Palos, Moguer.
Aquí, el convento de Santa Clara fue uno de los numerosos sitios adonde peregrinó Colón en cumplimiento de la respectiva de sus numerosas promesas solemnes en situaciones de peligro extremo en sus viajes. Este sitio y esta promesa están vinculados justamente con el regreso del viaje I, más específicamente con el temporal de las Azores/Açores. La promesa hecha y cumplida: una noche velando.
Convento bastante nuevito en tiempo de Colón: del siglo XIV; en estilo gótico-mudéjar.