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Tales lápidas tumbales, con lo que se supone ser las insignias de cada jefe sepultado, no se limitan a los alrededores de Beja, bien tierra adentro, sino que se extienden hasta los alrededores de Santiago de Cacém, cerca del océano, con las posibilidades atlánticas y transatlánticas que, de ello, es dable colegir.

Incidentalmente, tuvimos aquí otra confirmación verbal de que los análogos portugueses de la piedra-mesada con canaleta de escurrimiento de líquido que nosotros vimos en Nueva Inglaterra - y que los proponentes de los antiquísimos viajes de Keltiberos a Nueva Inglaterra afirman que existen en Portugal, como una de las pruebas de su ponencia - realmente existen en Portugal, con la diferencia de que, mientras la piedra con canaleta periferal neo-inglesa es, según explicamos a nuestro interlocutor, del tipo lápida en teoría movible si no muy portátil, las piedras con canaletas de escurrimiento portuguesas son, según nos explicó nuestro interlocutor, afloramientos geológicos inamovibles donde mismo la naturaleza los implantó.

Así, logramos cumplir nuestro propósito en Pax Julia - que es de donde, por las iniciales, proviene el nombre de hoy, Beja.

Para nosotros, lo único que queda por hacer en Portugal es recorrer la distancia que nos separa de la frontera con Andalucía. Ya así nos pasamos 22 días en Portugal en vez de los siete días estimados. Lo de siempre durante toda la Expedición. La frontera con Andalucía, en el punto más cercano al océano porque es en la costa andaluza que nos aguarda el próximo foco de interés de esta Expedición.

Oh no; todavía otra cosa nos queda por hacer, aun antes de recorrer esta distancia. Poner al día las observaciones varias, que las hay, acumuladas en contrapunto con todo lo dicho hasta aquí.  Trabajito para mañana.

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Bien; las observaciones varias.

Cuando hablamos con Portugueses, que es casi exclusivamente para pedirles alguna información, desde direccional hasta cultural, que es una situación en la cual los únicos que dan - tiempo y esfuerzo - son ellos, y los únicos que se benefician somos nosotros, los Portugueses son amables, hasta solícitos. Pero cuando se aplica la prueba de ácido de convivencia desde el asiento de manejar, el ánimo cambia a egoísta, hasta abiertamente agresivo - de bocina y hasta de palabra. La suprema convivencia brasileña debe de ser una flor autóctona, no una transferencia desde la madre Portugal; lo que en nada disminuye la manera "creativa" de escurrirse por las grietas del tráfico sin molestar a los demás.